jueves, 7 de abril de 2011

Mujer Embarazada de 20 Años con Alteraciones Cognitivas.

Una mujer de 20 años fue internada en el hospital en su semana 26 de gestación por mareos, confusión y dificultades en la marcha.

Diez semanas antes de la internación, la paciente se realizó un test casero de embarazo que fue positivo, consultando a un centro de salud para control de su embarazo. Un test para drepanocitosis, sífilis, HIV, hepatitis B y C fueron negativos. Tests serológicos de IgG para virus varicela-zoster y rubeola fueron positivos. Dos semanas más tarde, una muestra endocervical fue positiva para infección por Chlamydia trachomatis, y negativa para gonorrea. La paciente perdió el turno para consulta y comenzó el tratamiento con azitromicina 4 semanas más tarde.
Seis semanas antes de la internación, se mudó a un asilo para mujeres embarazadas. Los miembros del staff del asilo la describieron como feliz, presentando conducta aniñada, mala memoria, confusión, y movimientos extraños con su cabeza. Durante las siguientes 2 semanas, aparecieron diariamente náuseas y vómitos, que fueron controlados con metoclopramida. Cuatro días antes de la internación,desarrolló mareos y pérdida de fuerzas en el lado izquierdo del cuerpo; comenzó a presentar caídas hacia el lado izquierdo y a presentar vómitos varias veces en el día. Al día siguiente, concurrió a un departamento de emergencias.
En la evaluación en emergencias, la paciente estaba orientada en espacio pero no en tiempo, día ni mes, y brindó datos contradictorios acerca de sus antecedentes médicos. El útero era grávido, y el resto del examen físico era normal. Un electrocardiograma reveló taquicardia sinusal y rotación antihoraria del eje de la onda T en precordiales. Los análisis de orina mostraron proteinuria de 30 mg/dl y un nivel de glucemia de 100 mg/dl. En el screening toxicológico existía positividad para metabolitos tricíclicos en orina.
Una TAC de cerebro reveló una leve prominencia difusa del sistema ventricular. No había masas ni otras lesiones focales.
En el segundo día de internación, la paciente estaba alerta, tranquila, cooperativa, y orientada en persona, lugar, y eventos corrientes, aunque no estaba conciente acerca de detalles de su vida. No había temblor, ni signos extrapiramidales. El examen ultrasonográfico reveló una anatomía y crecimiento fetal normales, correspondiente a una gesta de 25 semanas y 6 días. En el tercer día de internación, la debilidad, náuseas y vómitos se resolvieron, y se consideró que había vuelto a su status mental normal. Fue dada de alta al asilo con recomendaciones de seguimiento por consultorio externo de neurología. En el asilo, la paciente volvió a estar mareada, con dificultad para caminar, presentando un episodio de caída de la silla. Esa tarde fue llevada nuevamente al departamento de emergencias.
En el departamento de emergencias, la paciente reportó sentirse “atontada” y nauseosa. Se quejaba de cefalea leve de reciente comienzo, en localización en banda a nivel de la ceja. El interrogatorio mostraba contradicciones; la historia clínica fue provista por los miembros del staff del asilo, pero muchos detalles no pudieron obtenerse. La paciente era nativa de Cabo Verde en el Atlántico Africano, y había migrado a los EE UU hacía 3 años. Había tenido sarampión a los 4 meses de edad y varicela en su niñez. A los 7 años de edad, presentó traumatismo de cráneo en una caída pero dijo haberse recuperado totalmente. Las vacunas, incluyendo la de poliomielitis, difteria, pertusis, y tétanos estaban completas. La vacuna del sarampión la había recibido a los 11 meses; posteriormente, vacunas combinadas de sarampión, parotiditis, y rubeola; y la vacuna contra hepatitis B, 2 años antes de entrar en la escuela secundaria.
Estaba desempleada. Los últimos 3 años había vivido con parientes, amigos, y un novio, así como en asilos. Era soltera y no tenía relación social con el padre de su feto. Sus padres y siete hermanas estaban vivas pero no estaban en contacto con ella. No había historia familiar disponible. No presentaba alergias conocidas, no tomaba alcohol, tabaco ni drogas ilícitas.
En el examen en el departamento de emergencias, la paciente estaba alerta pero no colaboraba, y presentaba movimientos cefálicos involuntarios. Su status mental, según un amigo era el habitual. La presión arterial era de 107/81 mmHg, el pulso de 84 por minuto, y la temperatura de 36,3ºC; la frecuencia respiratoria de 18 por minuto, y la saturación de oxígeno de 100% mientras respiraba aire ambiente. Tenía lesiones acneiformes en la cara. El abdomen era blando, grávido, y no dolía; el feto impresionaba sano. El primer par craneal no fue evaluado, pero del 2º al 12º eran normales. La fuerza era normal, y la marcha insegura. El resto del examen era normal.
Los resultados de laboratorio se muestran en la Tabla 1. Después de premedicación con lorazepan a una dosis de 1 mg para controlar los movimientos involuntarios, se realizó una RMN cerebral de cerebro sin administración de sustancia de contraste. En imágenes en T2, y FLAIR (fluid-attenuated inversion recovery), se vieron señales hiperintensas en hipocampo y giro parahipocámpico izquierdos, así como en la región posterior de la cápsula interna izquierda. No había evidencias de alteraciones de la difusión.
Tabla 1. Resultados de los Tests de Laboratorio.
El examen realizado por un neurólogo interconsultado mostró que la paciente estaba orientada en persona y lugar, con conductas infantiles. Su lenguaje era fluido, y la nominación estaba intacta. Podía leer una frase corta, Era zurda, podía escribir su nombre pero no una oración, y podía seguir órdenes simples. Su atención era variable y los tests de memoria mostraron mostraron recuperación de cero de tres items a los 5 minutos en la repetición del examen. Había leve asimetría de la cara con pérdida del pliegue nasolabial derecho. El olfato y el gusto no fueron examinados, pero el resto de los pares craneales eran normales. Había movimientos coreiformes de la cabeza y cuello, podía llevar a cabo con dificultad movimientos rápidos alternantes, y había apraxia. Había hipertonía e hiperreflexia con clonus en la pierna derecha. Había aumento de la base de sustentación en la marcha, con inestabilidad postural e inclinación hacia la izquierda. Era incapaz de mantenerse parada en un pie. Fue admitida al servicio de neurología.
El segundo día de internación se llevó a cabo una punción lumbar. Los resultados de la punción del líquido cefalorraquídeo se muestran en la Tabla 2; otros resultados se muestran en la Tabla 1. Un ELISA para HIV fue negativo. Un electroencefalograma mostró enlentecimiento difuso de ondas tetha, y una actividad delta rítmica intermitente frontal, que era más prominente en el hemisferio derecho que en el izquierdo. No había actividad epileptiforme (Figura 1). Se repitió una RMN de cerebro después de la administración de gadolinio que no mostró evidencias de realce anormal. Se administró aciclovir por vía intravenosa.

Tabla 2. Resultados de los Tests del Líquido Cefalorraquídeo.


Figura 1. Electroencefalograma Obtenido en el Segundo Día de Hospital.
El EEG es marcadamente anormal, mostrando modesto enlentecimiento del ritmo de base posterior dominante, con salvas de actividad delta rítmica intermitente (flechas), a veces máxima en el lado derecho y otras veces relativamente simétricas bilateralmente. No había elementos epileptiformes ni descargas periódicas.
Al día siguiente, un test sérico para enfermedad de Lyme, un hisopado faríngeo para ácidos nucleicos de Mycoplasma pneumoniae, y cultivos de sangre y orina fueron todos negativos; los resultados de otros tests son listados en la Tabla 1. El quinto día de internación, la condición de la paciente pareció mejorar. Estaba orientada y recordaba detalles de su pasado; la dismetría y la ataxia de tronco se habían reducido. Un nuevo electroencefalograma no mostró cambios. Al día siguiente, se llevó a cabo otra punción lumbar (Tabla 2).
Entre el 7º y el 18º días de hospital, la función motora de la paciente empeoró gradualmente, desarrolló una sensación de que el lado derecho de su cuerpo no le pertenecía, se volvió incapaz de alimentarse por si misma, su capacidad de respuesta y la de seguir órdenes simples disminuyeron, y apareció incontinencia.. Comenzó a adoptar una posición fetal, a emitir gemidos y llantos con gritos ininteligibles. Un test cutáneo para tuberculosis, un hisopado nasofaríngeo en busca de antígenos respiratorios virales y cultivos virales de una muestra de materia fecal fueron todos negativos. Una carga viral para RNA de HIV, así como un test de anticuerpos dirigidos contra HIV fueron negativos. Los niveles de tiroxina total y libre fueron normales, y el nivel de tiroglobulina era elevado, 54,7 ng/ml (normal 4 a 40). En el día 12º, se discontinuó el aciclovir, y se comenzó con ceftriaxona 2 grs EV. Un nuevo estudio electroencefalográfico mostró atenuación aumentada de la actividad de base, y actividad rítmica intermitente frontal delta menos abundante. La RMN en el 13º día, mostró nuevas señales hiperintensas en protuberancia y pedúnculos cerebelosos medios con restricción de difusión de agua asociada en T2 y FLAIR. La restricción de la difusión fue notada en el brazo posterior izquierdo de la cápsula interna izquierda. Había atrofia en el lóbulo temporal medio izquierdo, con resolución de las señales hiperintensas anormales en las imágenes en FLAIR. En el día 14º, una tercera punción lumbar fue llevada a cabo.


Diagnóstico Diferencial:

La paciente vivía semi-independientemente hasta su embarazo, 27 semanas antes de su internación. Su nivel de función cognitiva en ese momento era desconocido, y dado la carencia de información, no fue posible determinar si la afectación de su función eran previas o secundarias a su enfermedad.
El diagnóstico diferencial neurológico se basa primeramente en el examen físico para localizar las lesiones y en el interrogatorio, especialmente la forma de comienzo, y el ritmo de la progresión, para identificar el proceso patológico. El examen neurológico de la paciente mostró una función cognitiva anormal, indicando disfunción de la sustancia gris cortical y subcortical, función motora anormal, indicando disfunción del sistema motor piramidal, y movimientos coreiformes, indicativos de disfunción del sistema motor extrapiramidal. El examen también mostró una marcha torpe, y dificultad en llevar a cabo movimientos alternantes rápidos, indicando disfunción del cerebelo o de sus conecciones. Al no tener información del estado previo de la paciente, no tenemos información del ritmo de instalación de la enfermedad, de su “tempo”, y por lo tanto, necesitamos considerar enfermedades congénitas, y adquiridas que pueden ocasionar evoluciones agudas, subagudas, o crónicas, con episodios de estabilización, o evolución progresiva.
Nosotros hemos basado nuestros diagnósticos diferenciales en el examen neurológico, en los tests iniciales de laboratorio, y en los hallazgos de EEG y RMN.

Examen del Líquido Cefalorraquídeo.
Los resultados del análisis del líquido cefalorraquídeo en esta paciente, mostró una pleocitosis linfocítica, con pocos glóbulos rojos, un nivel levemente elevado de proteínas, y un nivel de glucosa normal. Estos hallazgos son característicos de meningitis aséptica. Por eso nosotros estábamos preocupados por la posibilidad de infecciones por virus, ricketsias, espiroquetas, infecciones decapitadas (parcialmente tratadas), focos parameníngeos de infección, ciertas enfermedades autoinmunes tales como lupus eritematoso sistémico o enfermedad de Behçet, vasculitis, carcinoma, reacciones a los efectos tóxicos de ciertas medicaciones tales como AINES, y meningitis químicas relacionadas con la ruptura de un quiste. Aunque inespecíficos, los hallazgos del líquido cefalorraquídeo proveen sostén a la posibilidad de infección aguda o subaguda, o enfermedad inflamatoria. La presencia de respuesta inflamatoria hace que enfermedades crónicas como enfermedad de Huntington, enfermedad de Wilson, y abiotrofias sistémicas tales como atrofias multisistémicas sean improbables.

Estudios Electroencefalográficos.
El EEG inicial era marcadamente anormal, pero los hallazgos fueron inespecíficos (Figura 1). El ritmo lento dominante y la atenuación posterior sugieren enfermedad de la sustancia gris cortical, mientras que la actividad delta frontal rítmica intermitente sugiere enfermedad de sustancia gris subcortical. Las ondas lentas monomórficas también sugieren que inicialmente la sustancia blanca subcortical estaba relativamente respetada. Dr Henson, puede revisar los estudios radiológicos?



Las imágenes axiales en T2 y FLAIR en la RMN de cerebro el día de la internación, llevadas a cabo sin administración de gadolinio, reveló una región de señal hiperintensa en el lóbulo temporal medio izquierdo (Figura 2A) y un sutil aumento de la señal en el brazo posterior de la cápsula interna izquierda, correspondiente a la localización del tracto corticoespinal. Esos focos no mostraron restricción de la difusión o realce anormal en el estudio llevado a cabo con gadolinio al día siguiente. El aspecto de la protuberancia no era remarcable, y no se notaron otros hallazgos significativos. La venografía por RMN de cerebro fuen normal.

Figura 2. Estudio de Imágenes Cerebrales.
Una RMN en T2 con FLAIR (Panel A), obtenida el día de la internación mostró una región anormal de señal hiperintensa en el hipocampo izquierdo (flecha) y en el brazo posterior de la cápsula interna (no mostrado). El día 13º de internación existía una nueva región de señal hiperintensa en T2 FLAIR en protuberancia y pedúnculos cerebelosos medios (Panel B flechas), y restricción de la difusión en pedúnculos cerebelosos medios, y brazo posterior de la cápsula interna como se muestra en las imágenes de difusión (Panel C, flechas).

Alrededor del día 13º de internación existían marcados cambios. Había una zona de señal anormal en la protuberancia (Figura 2 B), con áreas de difusión restringida. La hiperintensidaddel lóbulo temporal izquierdo medio se había resuelto, y había pérdida de volumen en la región del hipocampo. Había difusión restringida en el tracto corticospinal (Figura 2 C); no se detectaron realces anormales. Estos hallazgos fueron interpretados como resultado de una encefalitis subaguda causada por una infección o un trastorno autoinmune.


En resumen, esta paciente tenía disturbios de la función cognitiva, del haz piramidal, y disfunción cerebelosa, con trastornos del movimiento consistentes en movimientos coreiformes, y tests tanto electroencefalográficos como en las imágenes sugestivos de encefalitis infecciosa o autoinmune.

TRASTORNOS DEL MOVIMIENTO.
La corea es un trastorno hiperkinético del movimiento que puede resultar de un número de enfermedades neurológicas; parece empeorar durante el embarazo, condición conocida como corea gravidarum, o corea gravídica. La mayoría de las pacientes con esta condición, se presentan durante el segundo trimestre del embarazo con movimientos aislados, que se resuelven después del parto. Las causas más comunes son la fiebre reumática aguda (corea de Sydenham), y el síndrome antifosfolipídico. Nosotros también consideramos otras enfermedades asociadas con corea como el lupus eritematoso sistémico, la corea de Huntington, y la enfermedad de Wilson, aunque las últimas dos enfermedades fueron descartadas por los resultados del líquido cefalorraquídeo y por otros elementos.
La corea de Sydenham es una complicación tardía de la infección con estreptococo del grupo A; el comienzo ocurre meses después de la infección aguda. La mayoría de los casos ocurre en la niñez, pero hasta el 30% de los pacientes pueden tener corea recurrente meses o años después del episodio inicial. (1) Esta paciente tuvo sólo un anticuerpo antiestreptolisina mínimamente elevado, sin ninguna otra evidencia de infección o enfermedad cardíaca. El síndrome antifosfolipídico (2) puede ser primario o secundario a lupus eritematoso sistémico, y puede comenzar a manifestarse durante el embarazo. La paciente no tuvo síntomas ni signos de lupus sistémico, pero el lupus confinado al sistema nervioso nervioso central es una entidad perfectamente descripta, y puede empeorar durante el transcurso del embarazo. Los tests para anticuerpos antifosfolípidos fueron todos negativos, así como los tests para lupus.

ENCEFALITIS VIRAL AGUDA.
La encefalitis por herpes simplex fue inicialmente considerada como causa de encefalitis aguda infecciosa en esta paciente dado la anomalía detectada en el hipocampo izquierdo en la RMN. A diferencia de las encefalitis arbovirales y la encefalitis del Oeste del Nilo, que ocurren en el verano y otoño, cuando los mosquitos son abundantes, la encefalitis por herpes simplex ocurre esporádicamente a lo largo de cualquier parte del año. Los resultados negativos de los tests para ácidos nucleicos para virus de herpes simplex en LCR, y la falta de respuesta al aciclovir, hizo que se considerara a este diagnóstico como improbable. Otras causas comunes de encefalitis virales incluyen infecciones por enterovirus y echovirus, así como infecciones por coxscakievirus, que típicamente producen signos prominentes de irritación meníngea, con fotofobia, meningismo, náuseas, y cefalea, pero sólo signos mínimos de disfunción cerebral focal, que pueden ser fugaces y no progresivos. Los tests serológicos en esta paciente, descartaron a estos agentes también como causa.

ENCEFALITIS SUBAGUDAS.
Encefalitis Paraneoplásicas.
La encefalitis límbica paraneoplásica puede preceder a la aparición de un tumor por meses o aún años. Síntomas psiquiátricos, alteraciones en la memoria, confusión y somnolencia, trastornos respiratorios, ataxia, y parálisis de nervios craneales han sido reportados. Hay un modesto aumento de las proteínas en el LCR, pero escasa celularidad. La clínica de esta paciente, así como las alteraciones del LCR no eran consistentes con este diagnóstico.

Encefalitis Postinfecciosa.
Varias infecciones pueden estar asociadas consíndromes de encefalitis postinfecciosa, incluyendo sarampión, parotiditis, y rubeola, influenza, Epstein-Barr, y varicela-zoster. La encefalomielitis diseminada aguda puede ocurrir después de una variedad de infecciones virales y después de la aplicación de la vacuna de la rabia y de la viruela. (3) Usualmente comienza con síntomas inespecíficos tales como fiebre, cefalea, rigidez de nuca, vómitos, y anorexia. El examen neurológico puede mostrar neuritis óptica, ataxia, y signos de foco neurológicos motores; convulsiones y alteraciones de conciencia pueden ocurrir. Esta paciente no tenía antecedentes de inmunizaciones recientes, infecciones virales, o evidencias de neuritis óptica, y las imágenes no eran las típicas vistas en la encefalomielitis diseminada aguda.
El LCR fue una importante pista diagnóstica en este caso. Aunque el nivel inicial de proteínas en LCR estaba levemente aumentado, el componente IgG estaba marcadamente elevado. Dr. Roehrl, podría discutir la importancia de este hallazgo?



El nivel de proteínas totales en LCR, y las IgG, obtenidas el 2º día de internación se muestran en la Tabla 2. La electroforesis en gel de agarosa del LCR reveló bandas oligoclonales en la región gama (Figura 3A). El cociente entre LCR y suero para la albúmina y las concentraciones de IgG fueron QAlb=4.7x10–3 y QIgG=26.1x10–3 , correspondientes a un índice de IgG de 5,6 (valor normal menor de 0,85) (4). En base a este análisis, desarrollado por Reiber, (5,6,7) los resultados de esta paciente (Figura 3B) indicaban marcado aumento de la síntesis intratecal de IgG (fracción de producción intratecal 87,7%) sin evidencias clínicamente significativas de disfunción de la barrera hematoencefálica. La relación de concentración de IgG sobre proteínas totales en LCR fue de 58,9%

Figura 3. Resultados de la Electroforesis del LCR.
El Panel A muestra los resultados de la electroforesis en gel de agarosa de una muestra de LCR de la paciente, obtenida el 2º día de internación (concentrado a 1/63 del volumen original) y un LCR control (concentrado 1/80 del volumen original). P, A, 1, 2, , and denotan regiones electroforéticas de prealbúmina, albúmina, alfa-1, alfa-2, beta, y gama respectivamente. La flecha muestra la posición de varias bandas densas en la región gama, indicando la presencia de múltiples bandas de inmunoglobulinas oligoclonales. Hay una disminución relativa del nivel de albúmina en el LCR de la paciente. El Panel B muestra un gráfico doble logarítmico diseñado de acuerdo al método propuesto por Reiber (también llamado Reibergrama), en el que el cociente entre la concentración en LCR de albúmina y la sérica (QAlb) así como de IgG (QIgG), son graficados en la abscisa y en la ordenada respectivamente. Los límites superiores (QHigh), e inferiores (QLow) de los valores normales son mostrados como líneas sólidas, con la línea de puntos indicando los valores promedio (QMean). Los isopercentiles (líneas discontinuas) corresponden a varias cantidades relativas de producción intratecal de IgG (20 a 80%). La línea discontinua vertical denota el límite superior del QAlb ajustado por la edad, separando la función normal (izquierda) y la función anormal (derecha) de la barrera hematoencefálica. La paciente (punteado rojo) tenía síntesis marcadamente alta de IgG intratecal (fracción de producción intratecal 87,7%) sin evidencias de disfunción significativa de la barrera hematoencefálica (zona 4). La zona 1 denota función normal, la zona 2 denota disfunción pura de la barrera hematoencefálica, la zona 3 denota una combinación de síntesis de IgG intratecal aumentada, y disfunción de la barrera hematoencefálica.



Las enfermedades que pueden provocar una respuesta intratecal de esta magnitud son la sífilis, la panencefalitis rubeólica crónica, y la panencefalitis esclerosante subaguda. (8,9,10,11) Esta paciente no tenía sífilis, como mostraron los tests serológicos y las complejas manifestaciones de esta enfermedad que no son compatibles con sífilis. La encefalitis post-rubeólica (12,13) puede afectar pacientes con antecedentes remotos o infección congénita por rubeola, presentándose como demencia progresiva, ataxia, corea, degeneración retiniana y convulsiones. El examen del LCR muestra pleocitosis, y un nivel de proteínas moderadamente elevado, con hasta un 50% de proteínas del LCR compuestas por inmunoglobulinas. El diagnóstico se confirma por un alto título de anticuerpos anti-rubeola en LCR.

Panencefalitis Esclerosante Subaguda.
El sarampión puede causar tres enfermedades distintas en el sistema nervioso central: encéfalomielitis postinfecciosa, encefalitis subaguda por sarampión, y panencefalitis esclerosante subaguda. (14)
La panencefalitis esclerosante subaguda es típicamente vista entre 7 y 10 años después de una infección por sarampión, y los pacientes se presentan comúnmente con declinación de su rendimiento escolar, cambios conductuales, cefalea, extraños movimientos espontáneos, y a veces convulsiones.(15) Los hallazgos característicos incluyen sacudidas mioclónicas que son a menudo periódicas y están asociadas con descargas epileptiformes uni o bilaterales en el electroencefalograma. Aunque la mayoría de los casos ocurren en la niñez o adolescencia, hay casos que comienzan tan tardíamente como en la quinta década de la vida. (16,17) La incidencia de panencefalitis esclerosante subaguda ha disminuido con la vacunación contra el sarampión; sin embargo, persiste en lugares donde la vacunación no es común. (18) La incidencia de esta condición está aumentada hasta 10 veces, en pacientes que adquieren sarampión antes de la edad de 2 años; esta paciente tuvo sarampión a los 4 meses de edad. La enfermedad puede presentarse durante el embarazo, posiblemente como resultado de la alteración del status inmune. (8,19)
En suma, esta paciente se presentó con una enfermedad neurológica subaguda progresiva, caracterizada por una amplia disfunción del sistema nervioso central, elementos inflamatorios en el LCR, y un extremadamente alto nivel de IgG en el mismo. Nosotros estuvimos de acuerdo en la sala con el diagnóstico de panencefalitis esclerosante subaguda como consecuencia de sarampión adquirido a los 4 meses de edad. Esta condición pudo haber sido exacerbada por el embarazo. Las muestras de suero y de LCR tomadas el 14º día de internación fueron enviadas para testear el nivel de anticuerpos contra sarampión.



El índice de anticuerpos específicos contra sarampión en LCR sobre los del suero estaban elevados a un 31,8 (valor normal menos de 1,4) (7) (Tabla 3). Los anticuerpos IgM específicos contra sarampión, no se detectaron en suero. Este perfil indica una respuesta inmune crónica contra la infeccción sarampionosa en el compartimiento del líquido cefalorraquídeo. Una comparación con los títulos de parotiditis, muestra la especificidad del proceso inmunológico. Los resultados confirman el diagnóstico de panencefalitis esclerosante subaguda en esta paciente. La enfermedad fue una consecuencia tardía de una infección persistente con virus del sarampión.


Tabla 3. Resultados de los Tests para Anticuerpos contra sarampión en Sangre y Líquido Cefalorraquídeo, Obtenidos el Día 14º de Internación.

Discusión del Manejo.
La inmunidad celular estimulando los linfocitos T helper tipo 1 (Th1), inductores de citoquinas es crucial para el clearence del virus del sarampión, la semana después de la infección, mientras que las citoquinas que inducen los linfocitos T helper tipo 2 (Th2) están involucrados en la producción de anticuerpos. Varios reportes han sugerido que el tratamiento con interferón alfa-2 intratecal (una citoquina que promueve la actividad Th1), con o sin tratamiento con el agente inmunomodulador antiviral pranobex, puede disminuir o aún detener la progresión de la panencefalitis esclerosante subaguda. (20,21,22,23,24,25) Sin embargo, no se dispone de datos definitivos que muestren la eficacia de este approach terapéutico.
Cuando hicimos el diagnóstico en esta paciente, ella tenía 28 semanas de gestación, y su condición se estaba deteriorando rápidamente. Nosotros creimos que el tratamiento estaba indicado para mejorar la evolución tanto de la madre como del feto, así que la tratamos con interferón e inosina pranobex por 8 semanas, no obteniendo ningún beneficio claro. Después del parto de un niño sano, por cesárea a las 34 semanas de gestación, se tomó la decisión de discontinuar el tratamiento, con el consentimiento de la madre de la paciente. La paciente falleció 6 semanas más tarde.


Diagnóstico: Panencefalitis Esclerosante Subaguda.

Discusión Anátomo-Patológica.


La autopsia reveló infiltrados inflamatorios conteniendo macrófagos, células plasmáticas, y linfocitos alrededor de los vasos, con destrucción neuronal y gliosis reactiva, más prominentes en tronco cerebral. (Figura 4A) No había inclusiones virales de las típicamente vistas en la encefalitis aguda por sarampión (y ocasionalmente presentes en la panencefalitis esclerosante subaguda) en núcleo o citoplasma tanto en neuronas como en células de la glía, y células endoteliales vasculares. A diferencia de otras enfermedades asociadas al sarampión, la panencefalitis esclerosante subaguda es causada por la persistencia de un tipo defectuoso de virus, que no forman partículas virales completas, pero que pueden infectar células adyacentes por contacto directo. (26,27) En la corteza cerebral, las poblaciones neuronales estaban preservadas, pero había marcada gliosis con astrocitos reactivos (Figura 4B). El tronco cerebral estaba reblandecido por el proceso patológico, pero la sustancia blanca hemisférica era más dura que lo normal; esto era evidente cuando se hacían cortes de cerebro en estado fresco. La dureza correspondía a la eclerosis de la por ese motivo llamada panencefalitis esclerosante subaguda. La sustancia blanca subcortical también mostró gliosis reactiva y extensa activación de la microglia (Figura 4C). Estos hallazgos son inespecíficos, pero junto con los estudios serológicos, son consistentes con el diagnóstico de panencefalitis esclerosante subaguda.

Figura 4. Hallazgos Cerebrales en la Autopsia.
Un marcado infiltrado inflamatorio alrededor de los vasos y destrucción neuronal son los más prominentes en estos cortes del tronco cerebral, que contiene macrófagos , células plasmáticas, y linfocitos; hay prominentes infltrados perivasculares de linfocitos (Panel A, hematoxilina-eosina). En la corteza cerebral, las poblaciones neuronales están preservadas, pero está presente una marcada gliosis (Panel B, análisis inmunohistoquímico para proteínas ácidas fibrilares). Marcada activación de la microglia está presente en la sustancia blanca subcortical con células con formas de varas CD68 positivas (Panel C, flechas; hematoxilina-eosina) (inserto, tinción inmunohistoquímica para CD68).
Las muestras fijadas y congeladas de tejido cerebral fueron enviadas al Dr. William Bellini al Centers for Disease Control and Prevention para estudios inmunohistoquímicos y moleculares. (14,28,29,30) El análisis inmunohistoquímico de antígeno nucleoproteico de virus de sarampión fue negativo. Los estudios diagnósticos moleculares, llevados a cabo para detectar porciones del genoma de virus de sarampión fue negativa en repetidos intentos de amplificación de regiones de genesde nucleoproteínas de sarampión. Débiles señales fueron detectadas en ensayos de PCR de tiempo real, pero fueron insuficientes cantidades de productos de DNA amplificado para llevar a cabo un análisis de la secuencia. Como resultado, no fue posible establecer definitivamente la presencia de virus de sarampión en este caso.


Dos años antes, la paciente había sido vista en un departamento de emergencias en otro hospital por episodios de pérdida de conciencia asociados a movimientos oculares y arqueando el dorso. En el examen presentaba movimientos involuntarios intermitentes de la cabeza y cuello, así como sacudidas en los brazos. Los reflejos osteotendinosos eran vivos y simétricos. Una TAC de cráneo y un EEG fueron normales. Se diagnosticó embarazo temprano en ese momento, y el mismo fue interrumpido por decisión de la paciente. Durante los siguientes 20 meses, la paciente fue perdida en el seguimiento médico, y no se sabe si los movimientos anormales habían continuado.

Es posible que la panencefalitis esclerosante subaguda haya comenzado con ese embarazo previo, se haya estabilizado con la interrupción del mismo, y haya empeorado con el segundo embarazo?


La panencefalitis esclerosante subaguda es casi siempre una enfermedad crónicamente progresiva, aunque están descriptos períodos de plateau en el curso clínico. La duración de la enfermedad puede ser de años, sin embargo, y retrospectivamente, sus síntomas 2 años antes pueden haber sido manifestaciones tempranas de la misma enfermedad.

Diagnóstico Anatómico:
Panencefalitis Esclerosante Subaguda, Secundaria a Infección por Virus del Sarampión.

Fuente
From the Neurology Service (A.J.C., J.W.H., M.P.F.) and the Departments of Radiology (J.W.H.) and Pathology (M.H.A.R., M.P.F.), Massachusetts General Hospital; and the Departments of Neurology (A.J.C., J.W.H.) and Pathology (M.H.A.R., M.P.F.), Harvard Medical School.


Conclusiones del Caso.
Las encefalitis responden a un número muy diverso de causas, que incluyen especialmente agentes infecciosos tales como muchos virus: herpes simplex (HSV 1 y 2), virus de la varicela (VZV), sarampión, parotiditis, rubéola, herpes virus humano tipo 6, algunos agentes bacterianos como micoplasmas, hongos, y parásitos (Toxoplasma gondii) entre otros, y también, causas no infecciosas.
Se trata de una inflamación del parénquima cerebral que puede estar afectado tanto anátomo-patológica como clínicamente en forma focal o difusa. Muchas veces puede acompañarse de signos meníngeos, en cuyo caso se las describe como meningoencefalitis.
Debe diferenciarse desde el punto de vista histológico, de la cerebritis, que es un término utilizado para describir la zona de cerebro en estadio incipiente de formación de un absceso bacteriano.
El curso de las encefalitis puede ser, dependiendo del agente causal y de las condiciones propias del paciente, agudo, subagudo y crónico. Las encefalitis agudas responden más comúnmente a etiologías virales, mientras que las formas subagudas y crónicas más comunes en la actualidad, se ven en pacientes inmunocomprometidos, y probablemente la toxoplasmosis sea el primer factor etiológico en estas dos últimas formas clínicas.
El médico debe estar atento a este tipo de entidades, especialmente al síndrome encefalítico agudo, ya que aunque la mayoría de las veces responden a causas para las que no se dispone hoy en día de tratamientos efectivos, existen dos entidades que son potencialmente tratables. Ellas son la encefalitis por herpes simplex (HSV), que es esporádica y letal tanto en neonatos como en la población sana en general, y la menos frecuente encefalitis por virus de varicela-zoster (VZV), también mortal, que se ve en inmunocomprometidos. Una identificación rápida, asociado a un tratamiento oportuno de estas dos entidades puede salvar la vida del paciente. Es por ello que muchos síndromes encefalíticos agudos son tratados empíricamente con antivirales desde el comienzo de los síntomas, a la espera de la confirmación o no de la causa.
La panencefalitis esclerosante subaguda post sarampión, es una entidad rara en la actualidad, sobre todo desde la implementación de programas de vacunación antisarampionosa obligatoria en la mayoría de los países desarrollados.
El virus del sarampión, que es un RNA virus, perteneciente al grupo de los paramixovirus, tiene un especial trofismo por el sistema nervioso central, y es así que puede afectar al mismo de tres maneras:
Una forma aguda posinfecciosa, que se produce casi simultáneamente con el exantema, y responde a fenómenos autoinmunes.
Una forma progresiva aguda, a la que se conoce también como encefalitis por cuerpos de inclusión, que se presenta en pacientes con algún grado de inmunocompromiso y de incapacidad de resolver efectivamente la infección. Se ve tras un corto período de latencia después del exantema.
Una forma tardía, a veces, como en el caso que nos ocupa, remota, llamada panencefalitis esclerosante subaguda post sarampión. Esta última entidad obedece a mecanismos patofisiológicos no del todo conocidos, pero en los cuales la persistencia del virus o pequeñas secuencias genéticas del mismo (en el caso de la paciente del ateneo no se pudo aislar el virus, ni tampoco antígenos nucleoproteicos, ni una secuencia genómica lo suficientemente específica por técnicas de amplificación de DNA) en el sistema nervioso en forma latente, desencadena una reacción inmunológica dentro del sistema nervioso, caracterizada por un impresionante aumento de las IgG anti virus de sarampión. Este aumento de las IgG específicas en LCR, no tiene una correlación plasmática, lo que indica que se trata de un proceso “barrera hematoencefálica hacia adentro”. Este fenómeno inmunológico local trae como consecuencia una desmielinización preferentemente en localización perivenosa. En el caso específico de la desmielinización en esta entidad, esta se acompaña de una esclerosis (del griego sklerós o “duro”) de la sustancia blanca subcortical, que hace que al corte de cerebro se perciba una consistencia anormalmente aumentada para este parénquima.
Respecto a la clínica de los pacientes afectados por panencefalitis diseminada aguda post sarampión, los trastornos de conducta son los síntomas heráldicos del proceso, y es común que como generalmente se presentan en edad escolar, los trastornos del aprendizaje sean la primera manifestación. Comienzan a aparecer posteriormente movimientos mioclónicos generalizados, los cuales tienen traducción EEG, coincidiendo con descargas de alto voltaje. Suele haber también actividad convulsiva.
Por qué, esta paciente de 20 años comenzó con síntomas tanto tiempo después de la infección inicial, y qué elemento desencadenante del trastorno puede haber existido?
Indudablemente, un factor importante puede haber sido, contraer sarampión en etapa muy precoz de la vida (4 meses), momento en que el sistema inmunológico no está plenamente desarrollado, y haber recibido la primera dosis de vacuna 6 meses después. El segundo factor, sin ningún tipo de dudas es el embarazo, condición durante la cual se alteran las condiciones inmunes de la paciente. Respecto de este último punto, digamos que sin pretender analizar la complejidad del sistema inmunológico de la mujer durante el embarazo, el complejo feto/placentario, se comporta como un cuerpo extraño en el útero materno. El feto hereda del padre, antígenos que para el sistema inmune de la madre son extraños. Para no generar una respuesta inmune que pudiera ser dañina para la placenta y el feto, el sistema inmune sufre cambios adaptativos, que le permiten terminar con éxito la gesta. Sin embargo, estos mecanismos adaptativos, a veces pueden comportarse patogénicamente. Los estrógenos y la progesterona, aumentados durante el embarazo, tienen un efecto estimulante sobre la respuesta inmune humoral, pero los corticoides, también aumentados, ejercen un efecto promotor sobre los linfocitos Th2, y suprimen las citoquinas proinflamatorias. En el embarazo existe entonces un aumento de las poblaciones linfocitarias Th2, que explica que se exacerben algunas enfermedades autoinmunes, y que haya mayores manifestaciones alérgicas, y concomitantemente existe una disminución de las poblaciones de linfocitos Th1, lo que trae aparejado que otras enfermedades autoinmunes mejoren (AR, esclerosis múltiple), pero que se produzca a su vez un efecto de disminución en la respuesta inmune celular. Este efecto, podría explicar la reactivación de virus latentes durante años en ámbitos intracelulares, como es el caso del virus del sarampión.
Por último digamos que la panencefalitis esclerosante subaguda es una entidad muy rara hoy en día en el mundo occidental, y sobre todo en los países que han incorporado a su sistema de salud la vacunación antisarampionosa obligatoria. Hay que sospecharla en todo paciente que no registre antecedentes de vacunación, que haya padecido sarampión, y que se comience con sintomatología neurológica caracterizada por comportamiento extraño, deterioro cognitivo, alteraciones emocionales y sociales. Puede haber cambios graduales del comportamiento que se van instalando en meses, que a veces se asocian a espasmos mioclónicos. Puede haber convulsiones, alteraciones de la marcha, y finalmente puede evolucionar al dterioro del nivel de conciencia, coma y muerte.
No existen tratamientos muy efectivos para esta entidad, aunque como se dijo antes, hay intentos con ciertos fármacos que sólo intentan disminuir la progresión de la enfermedad. Hasta ahora, con todos los recursos terapéuticos de los que se dispone, no existen reportes de curas.

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martes, 5 de abril de 2011

Imágenes de la Sala



Rash malar en paciente con LES

Dactilitis del dedo índice en paciente con Síndrome de Reiter

Balanitis circinada en el mismo paciente con Síndrome de Reiter
Osteoporosis yuxtaarticular en paciente con AR.

Nódulos Reumatoideos


Artropatía Cristálica. Calcificaciones en la
interlínea articular (condrocalcinosis)

Imágenes aportadas por el Dr. Gustavo Rabazzano.
Médico Especialista en Reumatología.

domingo, 3 de abril de 2011

Ateneo Hospital Pintos 23/03/2011. Mujer de 27 Años HIV positiva con Metrorragia.

Mujer de 27 Años.

Hospital "Ángel Pintos" de Azul
Motivo de Internación: Metrorragia.
Enfermedad Actual: Comienza hace 3 meses con sangrado ginecológico asociado a dolor abdominal, por lo que decide consultar a su ginecóloga quien le suspende los anovulatorios inyectables que recibía mensualmente. Continuó con metrorragia abundante por lo que se solicitó una ecografía ginecológica. La misma se informa: “distensión del cuello uterino con contenido. Anexo izquierdo presenta un quiste de 38 mm de diámetro con contenido hemorrágico”
Se solicita subunidad beta de gonadotrofina coriónica en sangre que fue negativa.
Presentó como intercurrencia una infección urinaria baja que recibió tratamiento empírico con trimetoprima/sulfametoxazol.
Antecedentes Personales:
Paciente con diagnóstico de infección por HIV hacía 8 años, tratada con lamivudina, zidovudina, ritonavir, y lopinavir.
En ese momento se le diagnosticó una bartolinitis aguda izquierda. No hubo aislamiento de germen. Cumplió tratamiento con cefalotina y gentamicina con buena evolución.
Antecedentes Obstétricos: 1 embarazo, 1 cesárea hacía 6 años (hijo HIV negativo)
Hace 2 años hace abandono del tratamiento por 10 meses, el cual se reinstituye hace 1 año.
Hace 8 meses consulta por flujo ginecológico de 20 días de duración asociado a dolor hipogástrico y en genitales externos.
Internación:
Se interna por abundante metrorragia de 40 días de evolución asociada a dolor hipogástrico.
Al ingreso presenta una carga viral de 32.000 copias/ml y CD4 355/mm3. Estaba siendo tratada con lamivudina y kaletra (lopinavir/ritonavir).
En el examen físico se constata una paciente lúcida, y francamente pálida. Como dato positivo se destaca dolor espontáneo y provocado por la palpación a nivel de hipogastrio, donde se palpa una tumoración dura, fija, dolorosa, de aspecto irregular.
Hemodinámicamente estable, frecuencia cardíaca 83 por minuto, TA 105/70 mmHg, sin hipotensión ni taquicardia ortostática. Afebril. Resto s/p.
Laboratorio: Hematocrito 26% Hb 8,2 g/dl. VCM 71 u3. GB 8000, con fórmula conservada. Ionograma. Urea y creatinina normales. Uricemia 9,3 mg/dl. LDH 1200 U/L. Hepatograma sin alteraciones. Sedimento urinario patológico con campo cubierto por leucocitos y piocitos. Se solicitó urocultivo.
Se comenzó con triple esquema antibiótico con ampicilina, gentamicina, metronidazol por la posibilidad de que que la tumoración fuera de etiología inflamatoria.
Se tomaron muestras de biopsia de cuello de útero y se colocó un taponaje.
Ecografía abdominal y ginecológica: “imagen redondeada hipoecoica, retroperitoneal entre cola de páncreas y riñón izquierdo de alrededor de 4,5 cm de diámetro de probable origen adenomegalico. Cuerpo uterino s/p, cuello de límites imprecisos; a nivel anterolateral izquierdo se observa aumentado de tamaño a expensas de zona de ecoestrutura heterogénea y cavidad real compatible con proceso invasivo”.
TAC tóraco-abdómino-pélvica: “... en suprarrenal imagen nodular heterogénea de unos 35 mm de diámetro máximo, aunque no se descarta adenopatía. Voluminosa tumoración con densidad de partes blandas que ocupa gran parte de la vagina, con efecto de masa sobre estructuras vecinas, con serosa aparentemente no comprometida. Voluminosa formación con densidad de partes blandas en la región ilíaca izquierda, algo irregular, de 48 mm compatible con adenomegalia”.

















Se realizó RMN que mostró hallazgos muy similares a la TAC.


Durante la internación presentó intercurrencia que cursó con dolor en miembro inferior izquierdo con aumento de tamaño de dicho miembro. Se diagnostica clínicamente TVP la cual es confirmada por eco Doppler venoso, que se informa como trombosis de la femoral común izquierda.
Se inició tratamiento con heparina. Durante el tratamiento se objetivó resistencia a heparina, por lo que se agregó acenocumarol al goteo de 40.000 unidades de heparina. Al cabo de 4 días se suspendió heparina y continuó con dosis ajustadas de acenocumarol.
Se realizó PAMO, que no mostró infiltración neoplásica.
Se recibe informe de anatomía patológica del material extraído de cuello de útero, el cual mostró proliferación atípica de células redondas azules con abundantes células reticulares que producen imagen “en cielo estrellado”. Ulceración de la superficie. Se realiza técnica de inmunomarcación AE1 y AE3: negativo. CD45: positivo. CD3: negativo y CD20: positivo.
Diagnóstico: Cuadro histológico de LINFOMA B-TIPO BURKITT.
Se completa estadificación del cuadro clasificándose finalmente como estadío III de la clasificación de Ann Arbor.
Comenzó hace 10 días tratamiento quimioterápico con CHOP con buena tolerancia.

Asociación HIV/Linfomas.
Linfoma es el término general para un grupo de neoplasias originadas en el sistema linfático. Se dividen en dos categorías principales: linfoma de Hodgkin y linfoma no Hodgkin.
La patogenia no está bien establecida, y no se ha demostrado un papel directo del VIH en la génesis de los linfomas, aunque se piensa que este virus, junto con el virus Epstein Barr (VEB), tienen un papel fundamental en la activación policlonal de los linfocitos B. Es conocido que el VIH infecta a los linfocitos CD4, como consecuencia de ellos, estos se vuelven incapaces para regular de manera apropiada la función de los linfocitos B, hasta el punto de que podrían permitir la proliferación incontrolada de estos últimos, directamente o a través de la producción de ciertas citoquinas como la IL- 6, o aumentando el riesgo de que ocurra una mutación citogenética.
Aunque la inmunosupresión incrementa el riesgo para ambos tipos de linfoma, el linfoma no Hodgkin es el más frecuente de los tumores, principalmente el de linfocitos B. El linfoma de Burkitt representa el 25% a 40% de los linfomas asociados a VIH.
Los linfomas no-Hodgkin (LNH) constituían hasta 1996 la 2° neoplasia en frecuencia en pacientes con SIDA, después del sarcoma de Kaposi (SK). Con el advenimiento de la terapia antirretroviral de gran actividad (TARGA), se ha observado una disminución en la incidencia y gravedad de ciertas infecciones oportunistas, de los LNH primarios de sistema nervioso central (SNC) y del SK, pero no de los LNH sistémicos.
El riesgo de que un paciente con SIDA desarrolle un LNH varía entre el 3-8 %, y se estima que los pacientes infectados con VIH por seis a ocho años tienen riesgo elevado (50 a 100 veces) de expresar un LNH, cuyos subtipos más frecuentes son el linfoblástico y el de Burkitt.

Linfoma de Burkitt asociado a HIV
El LNH tiene una serie de características peculiares en el SIDA , la afectación extraganglionar es mucho más frecuente (cerca del 90 % de los casos, frente al 39 % de los no SIDA) y las localizaciones más frecuentes son el SNC, las cavidades serosas y en el caso de los linfomas sistémicos, los mas frecuentes son, el tubo digestivo, médula ósea, hígado, TCS y piel.
En los pacientes en que aparece un linfoma extraganglionar primario con afectación inicial del aparato genital femenino (manifestación poco frecuente), se ha reportado en el retroperitoneo, los ovarios, los cuernos y cuerpo uterinos, el cuello uterino, la vagina y la vulva, incluso con extensión hacia otros órganos, como el mesenterio, el apéndice y el intestino delgado.
En la era TARGA el linfoma de Burkitt no ha mostrado una disminución en su incidencia, en comparación a otros subtipos de linfoma. La razón para esta aparente inefectividad de TARGA, aún no ha sido identificada, pero se ha establecido que el linfoma Burkitt se asocia a inmunocompetencia preservada, algo que podría observarse en pacientes HIV bajo TARGA. Sin embargo, no existe evidencia que sostenga esta hipótesis.
El pronóstico para pacientes HIV no es bueno con índices de remisión de 40%-50% y una sobrevida promedio de solo 4-8 meses. Este, no mejoraba con la aplicación ya sea de quimioterapia agresiva o de baja dosis, con la llegada de TARGA, y de acuerdo a la mejoría del sistema inmunológico, este concepto ha cambiado.
El pronóstico de los pacientes con linfoma relacionado con el SIDA ha estado asociado con la etapa (grado de la enfermedad, afección extraganglionar y afección de la médula ósea), la gravedad de la inmunodeficiencia subyacente (medida por el conteo de linfocitos CD4 en la sangre periférica), el nivel funcional y el diagnóstico previo del SIDA (infección oportunista o sarcoma de Kaposi).

Linfoma de Burkitt.
El linfoma de Burkitt (LB) es un linfoma de células B altamente agresivo, caracterizado por la translocación y desregulación del gen c-myc en el cromosoma 8. Existen tres formas reconocidas de LB: endémico, esporádico, y asociado a inmunodeficiencia. Aunque idénticos desde el punto de vista histológico, y con un comportamiento clínico similar, existen diferencias epidemiológicas, presentación clínica y hallazgos genéticos.
El LB y la leucemia Burkitt son clasificados como diferentes manifestaciones de la misma enfermedad en la clasificación de la OMS.
Epidemiología.
El LB comprende el 30% de los linfomas pediátricos no-endémicos, pero menos del 1% de los linfomas no-Hodgkin del adulto. (1) La incidencia de LB en África es 50 veces más alta que en EE UU.
Las variantes endémica y esporádica de LB varían en su localización geográfica. Mientras que LB endémico se ve en África ecuatorial, la variante esporádica se ve en Europa occidental y en EE UU. Ambas formas son más comunes en niños, aunque la edad media es menor en los pacientes con la forma endémica. El LB es raro en adultos de más de 35 años. La relación hombre:mujer es 3-4/1.
En los pacientes HIV positivos, LB afecta a pacientes con recuentos de CD4 relativamente altos y sin infecciones oportunistas, y a diferencia del resto de los linfomas asociados a HIV, en LB no se ha visto disminución de la incidencia desde la introducción de la Terapia Antirretroviral de Gran Actividad o TARGA.
Clínica.
Los pacientes con LB se presentan con masas tumorales de rápido crecimiento, y a menudo tienen evidencias de lisis tumoral con un muy alto valor de LDH y ácido úrico. El compromiso del sistema nervioso central y de la médula ósea son vistos aproximadamente en 15 y 30% de los pacientes respectivamente. Se reconocen tres formas clínicas de LB: el endémico, el esporádico, y el asociado a inmunodeficiencia. Aunque son histológicamente idénticos, existen diferencias epidemiológicas, en la presentación clínica y los hallazgos genéticos.
La forma endémica (Africana) usualmente se presenta como un tumor mandibular o facial (Figura), que se disemina a sitios extranodales incluyendo mesenterio, ovario, testículos, riñones, mama, y especialmente médula ósea y meninges.


Figura. Un gran tumor afectando el lado izquierdo de la mandíbula en un niño con LB endémico (Africano).
La forma esporádica, no- endémica se presenta usualmente en forma abdominal, más a menudo con ascitis masiva, afectando el ileon distal, estómago (Figura), ciego, y/o mesenterio, riñones, testículos, ovarios, mamas, médula ósea, o sistema nervioso central.

Figura. Protuberancias ulceradas vistas en retroflexión de la endoscopía digestiva alta en un paciente con dolor abdominal. La biopsia reveló linfoma de Burkitt.
Los síntomas de presentación incluyen aquellos relacionados con obstrucción, hemorragia, o intususcepción gastrointestinal.
Los casos de LB relacionados con inmunodeficiencias se relacionan más a menudo con compromiso de los ganglios linfáticos.
Los tumores Burkitt-like afectan ganglios, nasofaringe, y tracto gastorintestinal. Igual que los LB, estos tumores tienen una alta propensión a invadir médula ósea y sistema nervioso central. Las concentraciones de LDH sérica están a menudo elevadas y los síntomas B están presentes en 1/3 de los pacientes.
Patología.
Las células del LB son la contrapartida neoplásica de un subgrupo de células B activadas en un centro germinal.
Histología.
Las células tumorales del LB son células monomórficas, de mediano tamaño, con núcleos redondos, múltiples nucléolos, y citoplasma basófilo (Figura).

Figura. Panel izquierdo: impronta ganglionar de un paciente con LB mostrando múltiples células no clivadas con un entorno de citoplasma basofílico conteniendo numerosas vacuolas. El macrófago en el centro (flecha amarilla) contiene abundantes detritos celulares. Panel derecho: Médula ósea del mismo paciente muestra dos pequeñas células no clivadas con núcleo excéntrico, un fino entorno de citoplasma basofílico, y agregados de vacuolas en un polo de la célula (flechas rojas) Esas son las células L3 en la clasificación de la FAB (leucemia de Burkitt).
Citológicamente las células del LB recuerdan las células no clivadas dentro de un centro germinal en el folículo linfoide secundario. Prominentes vacuolas lipídicas citoplasmáticas son evidentes usualmente en la impronta o en el extendido. Aunque la variante linfoma Burkitt-like es similar a LB típico, las células tienen mayor pleomorfismo. (2)
Hay una extremadamente alta tasa de proliferación, así como una alta tasa de muerte celular apoptótica. Esto resulta en dos características clínicas:
La fracción de crecimiento de estos linfomas es muy alta, con frecuentes figuras mitóticas, y la fracción de Ki-67+(MIB-1+) de 100%.
Un patrón “en cielo estrellado” está usualmente presente, expresado por numerosos macrófagos benignos que han ingerido células tumorales apoptóticas (cuerpos teñibles macrofágicos) (Figura)

Figura. Visión a gran aumento de un LB no endémico que muestra cortes de pequeñas células no diferenciadas con cuerpos macrofágicos teñibles intercalados.
Inmunofenotipo.
Las células B expresan IgM de superficie, y antígenos asociados a células-B (CD19, CD20, CD22, CD79a), así como CD19, HLA-DR, y CD43 (3,4,5,6,7,8). Estas células carecen de CD5, células de leucemia/linfoma 2 de células B (bcl-2), y típicamente carecen de CD23 (9). Muestran tinción nuclear para la proteína del linfomas 6 de células B (BCL-6), que es independiente del gen bcl-6. (10)
La expresión de CD21, el receptor C3d del virus de Epstein-Barr (EBV) es dependiente del status de EBV del tumor. El LB endémico que es EBV+, expresa CD21, mientras que la vasta mayoría de los LB no endémicos son EBV negativos y carecen de expresión CD21. El LB carece de moléculas de adhesión LFA-1 (CD11a/CD18), p150/95 (CD11c), y CD44.
El inmunofenotipo del LB-like es muy similar al LB, aunque la expresión de las inmunoglobulinas de superficie (sIg), CD10 y CD21 son más variables.
Hallazgos Genéticos.
Translocación que afecta al oncogen c-MYC.
En virtualmente todos los estudios, LB se asocia con la translocación entre el brazo largo del cromosoma 8, el sitio del oncogen c-MYC; (8q24), y una de tres localizaciones en los gennes de las Inmunoglobulinas.(11-18) El gen de la cadena pesada en el cromosoma 14 14:t(8,14). El gen de la cadena liviana kappa en el cromosoma 2:t(2;8). El gen de la cadena liviana lambda en el cromosoma 22: t(8;22).
Diagnóstico.
El diagnóstico de LB se basa en la evaluación patológica de los tejidos afectados, usualmente una masa abdominal. La histología revela células de mediano tamaño, monomorfas con citoplasma basofílico y una alta fracción de proliferación con Ki-67 de 100%. El análisis citogenético demuestra translocación que afecta el gen de c-myc en el cromosoma 8. Los rearreglos que afectan a c-MYC pueden usualmente ser detectados por análisis citogenéticos de rutina, pero pueden también ser demostrados por hibridización fluorescente in vitro (FISH) usando sondas fluorescentes comercialmente disponibles.
Diagnóstico Diferencial.
El diagnóstico diferencial del LB incluye otros tumores que pueden presentarse como masas abdominales, y otros tipos de linfomas no-Hodgkin. En niños, el tumor de Wilms, y el neuroblastoma son los tumores abdominales más comunes; otros incluyen otras formas de linfomas, leucemias con compromiso extramedular extenso, tumores hepáticos, tumores de ovario, y sarcomas de partes blandas. El tumor de Wilms y el neuroblastoma ocurren más comúnmente en infantes, mientras que el compromiso leucémico o linfomatoso del hígado, bazo, o ganglios retroperitoneales, ocurre más comúnmente en niños.
Entre otros tipos de linfomas no-Hodgkin, los que más dificultades de diagnóstico diferencialtienen con LB son el linfoma linfoblástico, el linfoma de las células del manto, y el linfoma B de células grandes.
Tratamiento.
Las formas de tratamiento del LB exceden las intenciones de este resumen; sin embargo digamos que esta neoplasia de células B altamente agresiva requiere tratamiento urgente.
Una evaluación pre-tratamiento determina tanto la extensión de la enfermedad como de las comorbilidades que presenta el paciente que probablemente impacten en las opciones terapéuticas. Hay que llevar a cabo una historia clínica y un examen físico completos, estudios de laboratorio e imágenes en todos los pacientes. Consejos sobre fertilidad deben ser ofrecidos a estos pacientes.
Los esquemas quimioterápicos más utilizados son:
CODOX-M (ciclofosfamida, vincristina, doxorrubicina, altas dosis de metotrexato) con IVAC (ifosfamida, citarabina, etopósido, y metotrexato intratecal ).
Estos regímenes son altamente tóxicos, primariamente para el sistema hemopoyético, y la mayoría de los pacientes tendrán largas internaciones.
El agregado de rituximab (anti-CD20 recombinante) a la terapia convencional es controversial.
Existe un riesgo elevado de síndrome de lisis tumoral en el tratamiento de LB. Este es prevenido vía tratamiento apropiado con hidratación agresiva intravenosa, rasburicasa, y corrección de los disturbios electrolíticos previos, así como fallo renal reversible previo.
Los pacientes con HIV, enfermedad cardíaca, adultos mayores, y aquellos con compromiso de sistema nervioso central requieren atención especial. Después de completar el plan terapéutico planeado deben ser evaluados para determinar la respuesta terapéutica, y deben ser seguidos en busca de recidivas.
Las opciones terapéuticas para LB recidivados o refractarios son limitados e incluyen transplante autólogo de médula ósea.
Conclusiones Finales.
Los linfomas no-Hodgkin se encuentran en pacientes con infección por HIV avanzada, (19,20)y con recuentos de CD4 usualmente por debajo de 100/mm3. Un antecedente de un nadir de CD4 bajo, puede ser un factor de riesgo significativo para el desarrollo de linfoma no-Hodgkin, y existen estudios que demuestran asociación entre un menor y recuento de CD4 reciente, y mayor riesgo de linfoma no-Hodgkin. (21)
El linfoma de Burkitt relacionado a HIV en cambio, frecuentemente desarrolla en pacientes más jóvenes, y/o con recuentos de CD4 relativamente altos, típicamente 200 células/mm3 (22,23,24).
Otro factor de riesgo para linfoma en HIV es una alta carga viral. (25,26) Es así que el riesgo de linfoma no-Hodgkin aumenta significativamente con niveles de RNA HIV plasmáticos de más de 100.000 copias/ml, comparados con aquellos que tienen cargas virales controladas. (27) Parece ser de acuerdo a dos grandes estudios de cohortes que el mayor factor de riesgo de padecer linfoma de Burkitt es tener cargas virales no controladas durante períodos prolongados estando bajo tratamiento con antiretrovirales. (28,29).
La incidencia global de los linfomas no-Hodgkin en pacientes HIV positivos ha declinado desde que se utiliza la Terapia Antirretroviral de Gran Actividad o TARGA (30,31), aunque sigue estando por encima de la población no infectada con HIV. (32) Una cohorte que incluyó 12959 pacientes HIV positivos, mostró una incidencia de linfomas no-Hodgkin de 13,6/100.000 peronas/año desde 1993 a 1995, y declinó a 1,8 entre 2002 a 2006 cuando se agregó TARGA. (33) Aunque esta disminución pudiera estar relacionada con el descenso de la carga viral lograda con TARGA, parece estar más relacionada con mayores niveles de CD4 alcanzados. (34) El linfoma de Burkitt, que puede ocurrir en pacientes con relativamente altos niveles de CD4, se está viendo con mayor frecuencia. (35)
Para finalizar digamos que nuestra paciente se presentó con manifestaciones inicialmente ginecológicas de su linfoma de Burkitt, el cual apareció, tal como refiere la bibliografía con un nivel de CD4 relativamente alto (355/mm3). La carga viral (32.000 copias/ml) no correspondería a la que según la bibliografía se asocia a mayor incidencia de linfoma no Hodgkin (más de 100.000 copias).
En general con las enfermedades neoplásicas en pacientes con SIDA, cabe esperar una mejoría con la recuperación de su estado inmune, independientemente del tratamiento oncológico específico. Es un buen ejemplo la mejoría o aún la curación de algunos sarcomas de Kaposi con el restablecimiento aunque sea parcial de la inmunocompetencia. Sin embargo no debiéramos esperar lo mismo en linfoma de Burkitt, ya que este se da en pacientes con niveles aceptables de CD4 y un mejor estado inmune que el observado en otros linfomas. Esto ensombrecería el pronóstico, ya que la terapia de la enfermedad queda exclusivamente a expensas del tratamiento oncológico, consistente en quimioterapia, agentes biológicos, y transplante autólogo de médula ósea los cuales no se han mostrado demasiado efectivos en contener esta agresiva enfermedad.
Una recomendación final para pacientes femeninas HIV positivas. Es prudente realizar colposcopía y PAP, especialmente cuando el recuento de CD4 sea inferior a 200/mm3 cada 6-12 meses. En el caso de existir antecedentes de infección por virus de papiloma humano, displasia cervical, o neoplasia intraepitelial, el control debería realizarse cada 3 a 6 meses.



Presentó la Dra. Eugenia Real.
Residente de Clínica Médica.
Hospital Municipal “Ángel Pintos” de Azul.






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domingo, 27 de marzo de 2011

Varón de 59 Años con Fiebre Prolongada.

En este ejercicio clínico se presenta un caso que es discutido por un médico internista al que se le van proporcionando datos de la historia clínica en forma secuencial, y este analiza el cuadro a la luz de los nuevos elementos, de una manera análoga al proceso diagnóstico en la práctica real de la medicina.

Un varón de 59 años, bancario, fue enviado para evaluación de un cuadro febril que había comenzado tres semanas antes, inmediatamente después de su regreso desde Texas donde había viajado por negocios. La fiebre se asociaba a disnea de esfuerzo. Un clínico le había prescripto agonistas beta por vía inhalatoria, y claritromicina, los cuales no habían producido mejoría. La fiebre empeoró, como también lo hizo la disnea de esfuerzo. Aparecieron: tos no productiva, dolor de garganta, y rash eritematoso no pruriginoso en el tronco, así como derrame pleural derecho. Fue visto por otro clínico quien le prescribió levofloxacina.


Muchos diagnósticos pueden explicar estos síntomas. La coccidioidomicosis es endémica en algunas partes de Texas. La disnea de esfuerzo puede ocurrir en este trastorno, y no responde al tratamiento administrado a este paciente. También deben considerarse otras causas de dolor pleurítico, así como también, causas de fiebre y rash. Las cepas toxigénicas de streptococcus, staphylococcus, y en raros casos neumococos son también causas posibles. Yo determinaría si este paciente tenía factores de riesgo para embolismo pulmonar, y si había tenido escalofríos, o si tenía síntomas articulares asociados. Es necesaria más información.

El paciente fue internado para evaluación de su cuadro febril de origen desconocido asociado a sudoración nocturna, escalofríos y mialgias. El dolor torácico y la tos se resolvieron, y la disnea disminuyó de intensidad. El paciente vivía en el Valle de San Joaquín, California. Él trabajaba limpiando su establo y haciendo parvas de heno. En el establo tenía vacas, cerdos, caballos, y había visto ratones. Recientemente había viajado a Idaho en un viaje de pesca. Tenía una hipertensión borderline, y no tomaba regularmente la medicación. No refería alergias. Tomaba ocasionalmente alcohol, pero no fumaba ni usaba drogas ilícitas.

Sudoración nocturna y escalofríos son adaptaciones fisiológicas a condiciones de rápido cambio de temperatura corporal. La disnea del paciente se había resuelto, por lo que supongo que probablemente la causa haya sido una neumonía adquirida en la comunidad. Sus antecedentes, incluyendo su casa, la exposición a animales, y los antecedentes de viajes, sugieren otras posibilidades. Trabajar con paja, y heno sugiere la posibilidad de neumonitis por hipersensibilidad debido a actinomicetos termófilos. Los ratones en los establos pueden albergar muchos patógenos, incluyendo leptospiras, que usualmente se transmiten por contacto por la orina. Aunque esas posibilidades deben incluirse en una larga lista de diagnósticos diferenciales, yo tomaría una dirección diferente, y evaluaría fiebre alta en picos. La pleuresía puede indicar un amplio rango de posibilidades, desde cáncer, hasta enfermedad autoinmune, o una infección en particular. Los hallazgos del examen físico deben ser de mucha ayuda.


La temperatura era de 39,2ºC, la tensión arterial era de 135/99 mmHg, la frecuencia cardíaca era de 98 por minuto, la frecuencia respiratoria de 16 por minuto, y la saturación de oxígeno de 97% respirando aire ambiente. No había rigidez de nuca, sus conjuntivas y el fondo de ojo eran normales, la orofaringe era eritematosa sin exudados, y su dentadura estaba en buenas condiciones. Había pequeñas adenopatías inguinales bilaterales. El tórax el aparato cardiovascular, abdomen, y el sistema génito urinario no revelaban anormalidades. Una muestra de materia fecal fue negativa para sangre oculta. El paciente tenía una erupción máculopapular en el tronco, que aumentaba en los picos febriles. También tenía un nódulo eritematoso de 5 x 5 mm en la región palmar de la falange distal del segundo dedo de su mano izquierda. El examen neurológico era normal.
El electrocardiograma y la Rx de tórax no presentaban alteraciones. El recuento de glóbulos blancos era de 31500 por mm 3, con 29.000 neutrófilos por mm3; el hematocrito era de 37%, el recuento de plaquetas era de 265000 por mm3. Los electrolitos eran normales. El resto del laboratorio mostraba: aspartato aminotransferasa (TGO) 96 U/L; alanino aminotransferasa (TGP) 64 U/L; bilirrubina total 0,8 mg/dl; LDH 314 U/L; CPK 28 U/L, y eritrosedimentación de 125 mm/hora. Los resultados del análisis de orina era normal.

No se hace mención a toxicidad sistémica. La peste existe en Texas y afecta personas que impresionan severamente enfermas. El nódulo en la falange podría ser el sitio de inoculación, pero sin embargo no se hace referencia de adenomegalias como deberían existir en caso de peste. Un panadizo herpético puede tener similar apariencia, y los pacientes con herpes simplex primario están típicamente comprometidos, aunque la leucocitosis marcada como en este caso no es habitual. Un rash en el tronco en un paciente con fiebre héctica (caracterizado por un pico de temperatura en el día) es sugestivo de la enfermedad de Still del adulto, pero este debe ser siempre un diagnóstico de exclusión. Dado el antecedente de vivir en un campo, debe considerarse la infección por Nocardia brasiliensis. Esta infección causa una linfangitis ascendente proximal al punto de inoculación, pero no causa los síntomas sistémicos que presenta este paciente. Yo consideraría una causa sistémica como la condición más probable. Los estudios iniciales deben incluir hemocultivos, biopsia de la lesión del dedo, y quizás tests serológicos para hepatitis, aunque sólo la infección por hepatitis A puede causar fiebre tan importante. Tests para HIV y mononucleosis infecciosa parecen razonables. Estudios de imágenes como TAC improbablemente sean de ayuda en este caso.


La levofloxacina fue discontinuada, y fueron obtenidos varios hemocultivos. Los cultivos permanecieron estériles a los siete días. Los tests para HIV fueron negativos, así como la investigación de mononucleosis infecciosa con anticuerpos heterófilos, virus de hepatitis A, B, y C; crioaglutininas, IgG contra coccidioides, IgM e IgG contra Coxiella burnetii y Borrelia burgdorferi negativos; FAN y factor reumatoideo negativos. Una VDRL fue no reactiva. La electroforesis en suero y orina no revelaron gamapatía monoclonal. Un antígeno de histoplasma fue indetectable en orina. Una biopsia de la lesión de piel demostró un granuloma anular, y los cultivos de dicha lesión fueron negativos. Una TAC de abdomen mostró engrosamiento de la pared del colon ascendente pero ninguna otra anormalidad. Se llevó a cabo una colonoscopía, tomándose biopsias de colon al azar.

No estoy seguro si todos estos estudios eran necesarios, pero considero que fue prudente obtener hemocultivos después de suspender los antibióticos. La ausencia de crecimiento después de siete días no excluye una endocarditis indolente. Parecen improbables infecciones por HIV, CMV, y virus de Epstein-Barr. La ausencia de anticuerpos IgG contra coccidioides indica carencia de inmunidad previa sobre este agente, lo que hace posible el diagnóstico de coccidioidomicosis. La fiebre Q es posible también, dado la exposición a animales, pero para tener una seria sospecha, el paciente debería haber tenido contacto con ovejas. Más aún, en este último trastorno el rash no ocurre generalmente asociado a la fiebre. Un trastorno autoinmune diferente a la enfermedad de Still puede ser una posibilidad. El lupus eritematoso sistémico puede dar fiebre, pero la ausencia de otros elementos de lupus tales como anticuerpos antinucleares, hace a este diagnóstico improbable. El hallazgo de granuloma anular en la biopsia es interesante debido a que la apariencia histológica de esta lesión es similar a la vasculitis, y la lesión puede ser idéntica a un nódulo reumatoideo. Sin embargo, esta dermatosis benigna autolimitada es encontrada a menudo en pacientes diabéticos y no produce síntomas sistémicos. Si el engrosamiento de la pared del colon ascendente en la TAC es un hallazgo real, deben considerarse otras condiciones. La fiebre tifoidea usualmente causa leucopenia, no leucocitosis, a menos que haya perforación intestinal. El ameboma de ciego se encuentra esporádicamente en los EE UU, pero generalmente cursa como una masa que un área de engrosamiento parietal. La infección por Mycobacterium tuberculosis es posible. La enfermedad inflamatoria intestinal, especialmente la enfermedad de Crohn, puede causar fiebre. El cáncer, la infección crónica, y la autoinmune enfermedad de Still siguen siendo posibilidades. Yo buscaría anticuerpos IgM anti-coccidioides.


El paciente tenía diariamente elevaciones de temperatura de hasta 40.3ºC, y estaba afebril el resto del día. El rash persistió pero no se diseminó. Los resultados de la biopsia colónica fueron negativos. En el cuarto día de hospitalización, el paciente reportó dolor en la rodilla derecha. En el examen, la rodilla estaba caliente y eritematosa, teniendo un rango normal de movimiento. La punción aspiración de la rodilla mostró 30 ml de un líquido de color amarillo pajizo con un recuento de 30.450 células/mm3 (87% de neutrófilos). Los resultados del Gram y la observación con microscopio de luz polarizada fueron normales. El líquido fue enviado para cultivo de bacterias, hongos, y micobacterias.


Cuál es el Diagnóstico?

La observación secuencial de un paciente, a menudo estrecha la lista de diagnósticos diferenciales. El desarrollo de artritis de rodilla, además de la fiebre y rash, sugiere varias posibilidades. En raros casos la gota causa fiebre alta. La enfermedad de Still del adulto permanece siendo una fuerte posibilidad, pero otra vez debemos decir que este es un diagnóstico de exclusión; el desarrollo de artritis en el curso de la enfermedad es característico, aunque la edad de 59 años del paciente es un poco avanzada para esta entidad. La tuberculosis sigue siendo una preocupación. El tercer sitio más común de la infección tuberculosa es el esqueleto, y la rodilla está afectada característicamente. En tales casos, la tuberculosis pulmonar se encuentra presente en la mitad de los casos. La artritis tuberculosa tiene un curso indolente, y en cambio, este paciente, tuvo un inicio agudo en el curso de la enfermedad. Yo consideraría llevar a cabo una biopsia sinovial buscando granulomas, y un test cutáneo con PPD; este test es generalmente positivo en pacientes con artritis tuberculosa. Yo dudo que el diagnóstico sea artritis séptica, dado que el recuento de células debería ser mucho mayor de 30.000/mm3, y además, el cuadro no hubiera aparecido 5 días después de la hospitalización.


La rodilla mejoró dentro de las 48 hs. El cultivo de líquido sinovial para bacterias y hongos fue negativo. El nivel de ferritina sérica fue de 23.000 ng/ml el 5º día de su internación. Se inició tratamiento con indometacina con lo cual la fiebre disminuyó (temperatura máxima 38ºC), el recuento de glóbulos blancos cayó a 12.000/mm3, y el paciente se sintió mejor. Fue dado de alta con diagnóstico presuntivo de enfermedad de Still.

El mejoramiento sin terapia antituberculosa y la respuesta a la indometacina apoyan el diagnóstico de enfermedad de Still. Mucho se ha hablado de las impresionantes elevaciones de la ferritina plasmática en esta entidad, aunque también puede estar presente en muchas enfermedades inflamatorias crónicas. Yo estaría preocupado por la posibilidad de tuberculosis, o aún de coccidioidomicosis pero sólo si un test de IgM para coccidioidomicosis fuera positivo, o la fiebre recurriera.


El paciente volvió por consultorio externo para control, cuatro semanas después del alta. El cultivo del líquido sinovial fue negativo para micobacterias y la dosis de indometacina fue descendida. Su fiebre había cesado, el resto de los síntomas había desaparecido, y su estado general había mejorado notablemente.
Comentario.
La falta de tests diagnósticos específicos para la enfermedad de Still, así como su relativa baja frecuencia, hace que este diagnóstico sea siempre todo un desafío. La clásica triada es, fiebre, artritis oligoarticular, y rash evanescente de color asalmonado (que típicamente aparece en el pico febril), (1,2) aunque el rash es persistente en hasta un tercio de los pacientes. (3) El dolor de garganta es característico, y los niveles de ferritina elevados, recuento alto de leucocitos, y nivel de enzimas hepáticas y eritrosedimentación elevadas son comunes. La enfermedad de Still ocurre típicamente en pacientes menores de 35 años de edad, pero se han descripto en adultos mayores. Hombres y mujeres son afectados en igual proporción.
El tratamiento consiste en drogas antiinflamatorias no esteroideas, aunque los corticoides son también efectivos. (4) La condición de muchos pacientes mejora espontáneamente, pero las mayoría de los síntomas, sobre todo los articulares no suelen durar mucho tiempo. (5)
Cuando un diagnóstico no es rápidamente sospechado, la plétora de manifestaciones del cuadro suelen confundir. El médico que analizó el caso consideró algunas condiciones inusuales en base a la exposición del paciente a ciertos agentes. Sin embargo, él enfocó el cuadro en causas comunes de fiebre de origen desconocido.
Cuando puede un paciente ser clasificado como fiebre de origen desconocido?
En 1961, Petersdorf y Beeson (6) definieron fiebre de origen desconocido como el hallazgo de temperatura corporal de más de 38.3ºC en varias ocasiones en un período de más de 3 semanas, cuyas causas permanecían inciertas después de una semana de investigación en internación hospitalaria. Hoy, los requerimientos de hospitalización han sido reemplazados por una evaluación agresiva. (7) La fiebre de origen desconocido es debida a infección en 30 a 50% de los casos, a cáncer en 25 a 30%, y a enfermedad autoinmune en 15 a 25%. (8,9,10,11,12) La fiebre por drogas permanece siendo una causa importante, generalmente no reconocida. (10) La incidencia de cáncer como causa, declinó en los últimos años, probablemente como resultado del mejoramiento de los métodos de detección. (11) Aunque muchos clínicos ordenan muchos tests de una manera irreflexiva cuando se enfrentan a un paciente con fiebre de origen desconocido, una dilación en el diagnóstico raramente pone en riesgo la condición del paciente, excepto cuando se trata de absceso intraabdominal, tuberculosis miliar, infección fúngica diseminada, endocarditis infecciosa, o embolismo pulmonar recurrente. Todos estos cuadros pueden ser rápidamente fatales si no se diagnostican a tiempo. (10)
La aproximación para un paciente con fiebre de origen desconocido debe ser individualizada. Después de realizar una historia clínica que incluye un interrogatorio y un examen físicos completos, estudios simples de laboratorio. Rx de tórax y hemocultivos son requeridos siempre. Cuando la fiebre es héctica, debe siempre sospecharse tuberculosis u otras condiciones inflamatorias sistémicas. La solicitud de complejos exámenes múltiples sistemáticos, así como la TAC abdominal en pacientes de bajo riesgo de padecer condiciones que estos estudios detecten, aumenta la chance de obtener resultados falsos positivos. En este caso, la TAC de abdomen reveló un engrosamiento del colon ascendente que se volvió entonces una luz roja, no relacionada finalmente con el diagnóstico del paciente.
Cuando una condición que pone en riesgo la vida del paciente parece poco probable, un approach sensible para arribar al diagnóstico es permitir que la enfermedad se exprese por si misma. La aparición de una monoartritis condujo a la consideración más firme de que se tratase de enfermedad de Still o tuberculosis. La elevación extrema de los niveles de ferritina sérica, aunque inespecíficos, fueron sugestivos de enfermedad de Still. (13) Dado que el diagnóstico de enfermedad de Still es siempre de exclusión, un cuidadoso seguimiento está indicado para confirmar la impresión clínica y la respuesta terapéutica.
Los clínicos organizan información en patrones reconocibles y entonces encuentran un diagnóstico que pueda explicar esos patrones. Manteniendo siempre abierta la posibilidad para un amplio número de diagnósticos diferenciales, y siguiendo los rastros del proceso, el médico que analizó el caso pudo arribar al diagnóstico más probable.
Traducción de:
“Diagnosis Still in Question”
Ashish K. Jha, M.D., Harold R. Collard, M.D., and Lawrence M. Tierney, M.D.
Clinical Problem-Solving
N Engl J Med 2002; 346:1813-1816June 6, 2002

Conclusiones del Caso.
Pocas situaciones médicas despiertan tanto interés para el Internista como la fiebre de origen desconocido. Cada vez que nos enfrentamos a uno de estos cuadros, sabemos del desafío que significa desentrañar sus causas, y de la dura tarea que nos espera, sabiendo que el origen puede ser cualquier órgano, o sistema, puede tratarse de una enfermedad localizada como generalizada, de origen infeccioso, neoplásico, autoinmune, endocrino, cardiovascular, y hasta a veces, de origen
psiquiátrico (fiebre facticia).
El síndrome febril prolongado, como se lo suele llamar, ha sufrido modificaciones en cuanto a su definición desde la que como ya se dijo, Petersdorf y Beeson enunciaron hace casi medio siglo. Sin embargo, más allá de los criterios actuales de diagnóstico, que seguramente serán modificados casi anualmente, todos sabemos de qué se trata un síndrome febril prolongado. Los clínicos sabemos que cuando la fiebre es documentada, su duración supera la semana, y, ni la historia clínica con un minucioso examen físico, ni los estudios complementarios básicos (incluyendo rutina de laboratorio, hemocultivos, tests de función hepática, sedimento de orina, Rx de tórax etc) logran determinar su origen, estamos frente a una fiebre de origen desconocido, más allá de que estos criterios coincidan con los actualmente vigentes.
Es esta una excelente oportunidad para evaluar nuestras destrezas diagnósticas, nuestra capacidad de observación, nuestra manera de utilizar inteligentemente la base propia de conocimientos, y especialmente, la capacidad de jerarquizar los datos de valor, y de separar lo que es importante de lo que no lo es. Es también una oportunidad para templar nuestra paciencia, ya que no siempre la actitud del médico debe ser continuamente activa, solicitando insistentemente estudios, sino que muchas veces, es importante “saber hacer la pausa”, permitiendo que la enfermedad tenga oportunidad de expresarse, y de mostrarnos, a que nos enfrentamos. Saber analizar la encrucijada de datos del interrogatorio, del examen físico y de los resultados de estudios complementarios. De todos ellos poder descubrir patrones, así como los astrónomos descubren en la inmensidad celeste, las formas de las constelaciones (aunque en esos casos, sean sólo construcciones humanas sin traducción en la realidad). La constelación descubierta en este caso, o, en otras palabras, el patrón, fue la fiebre intermitente, asociada a monoartitis de rodilla y rash cutáneo.
Talvez en el pasado, las características de la fiebre, su intensidad, duración, oscilaciones diarias, la presencia de signos o síntomas acompañantes (escalofríos, temblor, sudoración), repercusión sobre la frecuencia cardíaca y la tensión arterial etc, eran elementos semiológicos centrales en la evaluación de cualquier paciente con fiebre prolongada. Era común describir la forma de los ascensos térmicos en el día o en las semanas. Todos recordamos, de antiguos textos de semiología, o de films de la época, que mostraban una sala de internación con el gráfico de la curva térmica al pie de la cama del paciente. De esos gráficos, que eran observados diariamente por los médicos tratantes, se infería información crítica, que muchas veces era orientadora no sólo de la evolución del paciente, sino que de acuerdo a la forma de la curva, proyectada en 24 hs, o en el curso de los días de la semana, se sospechaba la probable etiología del proceso. A la FIEBRE INTERMITENTE, caracterizada por una amplia oscilación en las cifras de temperatura al cabo del día, se la inculpaba de ser producida por abscesos, aunque la tuberculosis, las pielonefritis aguda bacteriémica y el paludismo eran también considerados. La FIEBRE CONTINUA, caracterizada por elevaciones moderadas pero persistentes de la temperatura, con mínimas fluctuaciones, orientaba a pensar en brucelosis, fiebre tifoidea, y neumonía neumocóccica. Y la FIEBRE REMITENTE, similar a la fiebre intermitente, pero que, a diferencia de aquella, nunca alcanza valores normales de temperatura, y que suele verse en enfermedades virales de vías respiratorias.
Que pasó con los gráficos de las curvas térmicas, y que pasó con el ejercicio de interpretación de los patrones de presentación de la fiebre? Cuál es la explicación de que hoy día, un médico no se detenga a observar estos gráficos, o, por qué no se utilzan más los gráficos en la mayoría de los centros? Probablemente esto se deba a que estos patrones de fiebre están abortados por medicaciones (antibióticos, antitérmicos, etc) antes de que el tiempo permita sacar conclusiones sobre los mismos. A nadie se le ocurriría después de unos días de fiebre, y una vez tomadas muestras para diagnósticos bacteriológicos, no comenzar tratamientos empíricos en estos pacientes, basados en nuestras sospechas clínicas y en las hipótesis diagnósticas probables. Esta actitud, probablemente nos impida ver las curvas térmicas del proceso, vírgenes de la influencia de la intervención médica, aunque seguramente, esta actitud actual, salva más vidas que en el pasado.
El caso en cuestión tiene un elemento de extraordinario valor diagnóstico, que se ve en no demasiadas situaciones médicas. Este es la fiebre intermitente, también conocida como fiebre héctica o séptica, que es un patrón de fiebre en el cual existe una amplia oscilación en las cifras de temperatura, que van desde lo normal, hasta importantes elevaciones bruscas, precedidas por escalofríos. Como dijimos antes, este patrón de fiebre, se asociaba en el pasado con la tuberculosis diseminada, las pielonefritis agudas con bacteriemias, y con el paludismo. Sin embargo, cuando hoy vemos un paciente con cuadro de fiebre prolongada, que en la evolución presenta picos de fiebre de 39/40ºC, precedidos por escalofríos, y que posteriormente como consecuencia de antipiréticos o aún espontáneamente desciende a valores normales, pensamos en la presencia de un foco séptico, alguna colección supurada, etc. Cuando después de estudiar a estos enfermos, descartamos una causa infecciosa, es cuando tenemos que pensar en otro tipo de procesos “pseudosépticos” que expliquen el cuadro de nuestro paciente.
La enfermedad de Still, es una condición inflamatoria de causa desconocida, caracterizada por fiebre intermitente, a veces con picos de 40ºC, que suele asociarse a artritis, y a un rash cutáneo evanescente durante los episodios febriles. Es una entidad a cuyo diagnóstico llegamos generalmente después de haber descartado un cuadro infeccioso. De hecho, muchas veces se la confunde con cuadros infecciosos, y en definitiva, aún hoy, no sabemos si este proceso no es de origen infeccioso. Es así que, Yersinia enterocolítica y Mycoplasma pneumoniae, han sido implicados en algún momento, como agentes etiológicos, aunque esto nunca fue probado.
Para evitar que esta entidad se transformara en un “cajón de sastre” al que confluyan todos los cuadros febriles en los que no se demuestre infección, se han establecido criterios diagnósticos, ya que es frecuente en la práctica de la Medicina Interna, ver pacientes con diagnóstico de “enfermedad de Still”, en los que el curso de la enfermedad, y la aparición en la evolución de un diagnóstico alternativo, se encargan de evidenciar el error de apreciación inicial.
Es así que existen cuatro criterios mayores, y cinco criterios menores para su diagnóstico:
Criterios Mayores:
Fiebre de al menos 39ºC de al menos una semana de duración.
Artralgias o artritis de dos semanas o más de duración.
Rash cutáneo no pruriginoso macular o máculo-papular, color salmón usualmente en tronco o extremidades durante los episodios febriles.
Leucocitosis de 10.000/dl con al menos 80% de neutrófilos.
Criterios Menores:
Odinofagia.
Linfadenopatías.
Hepatomegalia o esplenomegalia.
Alteraciones en el hepatograma, especialmente en la alanino-aminotransferasa, y LDH.
FAN negativos.
Y por supuesto, el diagnóstico no sólo requiere criterios diagnósticos, sino sobre todo, la exclusión segura de una causa infecciosa, maligna, u otra enfermedad reumática. No hay que olvidar de considerar reacciones por hipersensibilidad a ciertas drogas antes de concluir con el diagnóstico de enfermedad de Still, ya que este tipo de reacciones pueden imitarla muy bien.
A veces la presentación clínica de un proceso patológico se nos presenta como el cielo estrellado en una noche clara de campo. Una innumerable cantidad de estrellas titilan ante nuestra vista, tratando de atraer nuestra atención. Para complicar más aún la tarea del médico, digamos que a diferencia de ese universo celeste que  se muestra constante ante la mirada del astrónomo, en las enfermedades hay objetos aparecen , y otros que desaparecen en el curso de la evolución del proceso, hay objetos que no se presentan inicialmente, y sí lo hacen en el transcurso del tiempo, a la vez que otros desaparecen. La destreza clínica consiste en comenzar a prestarle atención sólo a aquellos objetos que nos permitirán armar una constelación, un patrón diagnóstico. Cuales objetos sacar?, cuáles dejar en su lugar?
Este hombre de 59 años se presentó con fiebre prolongada, y un universo de objetos brillantes que lo acompañaban, representando un acertijo de difícil solución inicial:
Fiebre de 3 semanas de evolución.
Disnea de esfuerzo en relación a la fiebre.
Tos no productiva.
Rash eritematoso no pruriginoso en tronco.
Derrame pleural derecho.
Sudoración nocturna.
Escalofríos.
Mialgias.
Trabajo en establo con parvas de heno.
Contacto con vacas, cerdos, caballos, y ratones.
Viaje de pesca reciente.
Nódulo eritematoso en falange distal del 2º dedo de mano izquierda.
Leucocitosis con neutrofilia (31500/mm3 y 29000 neutrófilos).
Aumento de enzimas hepáticas.
Eritrosedimentación de 125 mm/h.
Elevaciones diarias de temperatura de hasta 40,3ºC.
Artritis de rodilla que apareció al 4º día de la internación.
Ferritina sérica de 23.000 ng/ml.
Engrosamiento de la pared del colon ascendente en la TAC.
Cada uno de estos objetos brillantes es evocador de varias patologías probables. El patrón que finalmente produjo la hipótesis diagnóstica, fue la tríada: fiebre intermitente, rash cutáneo no pruriginoso, y monoartritis de rodilla. De estos tres elementos, solo dos estaban presentes en el momento de la internación, ya que la artritis de rodilla apareció al cuarto día de la misma.
Es este un caso muy aleccionador, y es un claro ejemplo de cómo “trabaja” el pensamiento del clínico. No basta con conocer profundamente las manifestaciones clínicas enfermedad de Still, ni con haber leído la última puesta al día del diagnóstico y tratamiento de la misma. Aunque todo ello es importante y hace a nuestra “cultura médica”, de nada nos sirve si cuando estamos frente a un paciente como el que nos convoca, no pensamos en enfermedad de Still.
El clínico organiza la información en “patrones reconocibles”, “patrones evocadores” y entonces encuentran una hipótesis diagnóstica que explica esos patrones. Manteniendo siempre abierta la posibilidad para un amplio número de diagnósticos diferenciales, recogiendo información minuciosamente de la historia clínica, y separando “la paja del trigo” es como se recorre el camino más corto y efectivo hacia el diagnóstico en Medicina Interna.

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