Paciente varón de 30 años procedente de la sierra liberteña de Perú quien llega a consultorio por tumoración abdominal de 6 meses de evolución, levemente dolorosa localizada en Ccuadrante inferior derecho. Presenta los siguientes hallazgos en la TAC abdominal con contraste.
Se evidencia
mal de Pott a nivel de L3-L4
llegando hasta D9. Siguiendo el trayecto del psoas se dirige a la zona inguinal
derecha donde se aloja el absceso frío. El absceso frío se inicia en la zona
prevertebral en la zona ya mencionada de espondilitis tuberculosa, desciende
por el psoas ilíaco para ubicarse en la región inguinal derecha.
Gentileza
Dr. Carlos Joel Caffo
Mendoza de Trujillo Perú
Tuberculosis ósea.
Además de la osteomielitis vertebral tuberculosa
(enfermedad de Pott), la osteomielitis tuberculosa puede ocurrir en
prácticamente cualquier hueso, incluidas las costillas, el cráneo, los huesos
tubulares de las manos y los pies (dactilitis), la muñeca, la falange, la
pelvis y los huesos largos. El inicio suele ser insidioso pero, en casos raros,
el inicio puede ser agudo o subagudo [44]. Por lo general, la osteomielitis
ocurre en un solo sitio. Sin embargo, rara vez la afectación ósea puede ser
multifocal. La ubicación y la presentación pueden ser variables, como se
ilustra en los siguientes informes de casos:
La osteomielitis esternal debida a M. tuberculosis
puede aparecer después de la cirugía de derivación coronaria como presentación
de una tuberculosis mediastínica subyacente o como osteomielitis esternal
primaria.
La TB ósea de la costilla puede presentarse como una
masa en la mama o en la pared torácica.
La tuberculosis de los huesos pequeños de la mano puede
aparecer de forma espontánea en pacientes sin signos clínicos de tuberculosis
pulmonar.
La mastoiditis tuberculosa puede extenderse al
cráneo y producir parálisis del nervio facial.
Las lesiones tuberculosas óseas líticas en áreas tan
inusuales como la sínfisis del pubis, la articulación sacroilíaca y el codo
pueden diagnosticarse erróneamente como malignidad metastásica.
En algunos casos, la infección ósea puede extenderse
a tejidos blandos contiguos o incluso a articulaciones adyacentes. En raras
ocasiones, la afectación de múltiples huesos puede estar asociada con un
diagnóstico erróneo de malignidad metastásica.
Un antecedente de trauma puede conducir a confusión
diagnóstica; La tuberculosis puede desarrollarse en un hueso o una articulación
lesionados por un traumatismo o una cirugía previos. La osteomielitis
tuberculosa se presenta con frecuencia como un "absceso frío" con
hinchazón, eritema o dolor moderados y poco o ningún calor local. Puede ocurrir
drenaje espontáneo.
Otras manifestaciones clínicas: la tuberculosis
musculoesquelética puede presentarse como un absceso en el espacio epidural
(que crea presión sobre la médula espinal), como una masa de tejido blando
extraespinal (costillas erosionadas y estructuras adyacentes) o como un absceso
del psoas (que puede llegar hasta la ingle).
Radiografía: las imágenes radiográficas pueden ser
útiles para identificar y establecer la anatomía de la tuberculosis
musculoesquelética, aunque no hay hallazgos radiográficos patognomónicos.
En el contexto de la espondilitis tuberculosa
(enfermedad de Pott), las anomalías radiográficas suelen observarse por primera
vez en la cara anterior de un cuerpo vertebral, con desmineralización de la
placa terminal y pérdida de la definición del margen óseo. Posteriormente, se
afecta la vértebra opuesta y, en algunos casos, puede verse un absceso
paravertebral. La afectación de vértebras contiguas es común, aunque es poco
común ver TB espinal no contigua en múltiples niveles. A medida que avanza la
infección, el espacio discal se borra con acuñamiento y angulación anteriores.
Los cambios escleróticos reactivos permanecen localizados y el resto de las
estructuras vertebrales a menudo se respetan.
En algunos pacientes, la TB espinal se presenta con
lesiones osteolíticas en ausencia de afectación del espacio discal; estas
lesiones pueden ocurrir en múltiples sitios. En un estudio de 103 pacientes
franceses con TB espinal, no se observó afectación del disco en aproximadamente
la mitad de los casos; las radiografías simples demostraron lesiones
osteolíticas y múltiples sitios afectados.
En el contexto de la artritis tuberculosa, se
observa hinchazón local de tejidos blandos, osteopenia y destrucción ósea (con
relativa preservación del espacio cartilaginoso). Los hallazgos posteriores
incluyen colapso estructural, cambios escleróticos y calcificación de tejidos
blandos (imagen 3). En algunos casos, se puede observar la tríada de Phemister:
osteopenia yuxtaarticular, erosiones óseas de localización periférica y
estrechamiento gradual del espacio articular.
En el contexto de la osteomielitis tuberculosa en
niños, se pueden observar cambios quísticos en las metáfisis de los huesos largos
y en los huesos planos, como el cráneo. En la osteomielitis tuberculosa que
afecta una mano o un pie, los huesos de la falange pueden tener un aspecto
abultado.
La tomografía computarizada, la mielografía y la
resonancia magnética (MRI) son herramientas útiles en el diagnóstico de la
tuberculosis musculoesquelética. La RM es particularmente valiosa para
demostrar la extensión de los tejidos blandos y la invasión de estructuras
vitales cercanas, como la médula espinal.
La radiografía de tórax no es una prueba sensible
para el diagnóstico de TB esquelética, ya que no hay evidencia de enfermedad
torácica activa en la mayoría de los casos. Sin embargo, se debe obtener una
radiografía de tórax, ya que puede informar las decisiones sobre el
aislamiento. El diagnóstico de TB esquelética debe considerarse en pacientes
con anomalías focales óseas o articulares y una radiografía de tórax compatible
con TB antigua o activa.
FUENTE: UPTODATE 2020