La oclusión de o estenosis hemodinámicamente
significativa de la subclavia proximal al origen de la arteria vertebral hace
que la presión distal a la estenosis sea menor. Como resultado de ello la
sangre es “robada” desde la circulación cerebral para perfundir el brazo. La
sangre sube desde la arteria vertebral contralateral a la estenosis hasta la
arteria basilar y desde allí en forma retrógrada baja hacia la vertebral del
lado afectado para replecionar la subclavia distal a la estenosis robándole
flujo al tronco cerebral. Esta inversión del flujo es mayor cuando el paciente
utiliza el brazo de la subclavia enferma aumentando así los requerimientos
circulatorios por efecto del ejercicio.
Los síntomas del “robo de la subclavia” suelen
aparecer entonces con el ejercicio del brazo afactado y consisten en: mareos,
vértigos, ataxia, alteraciones del equilibrio, ataques de caídas (“dropp
attacks”), diplopía, nistagmus, visión borrosa, hemianopsia, síncope, acúfenos,
pérdida de audición y parálisis braquial bilateral.
En el examen físico de un paciente con síndrome de
robo de la subclavia el paciente suele presentar una diferencia significativa
de la tensión arterial comparativa de ambos miembros superiores (>15 mm Hg
de diferencia), con la consiguiente disminución del pulso comparativo del lado
afectado. Suelen auscultarse soplos en el cuello o en el trayecto de la
subclavia en estos pacientes.
Fuente: UpToDate.