Linfogranuloma
venéreo, (Chlamydia trachomatis)
El período
de incubación es de 5 a 20 días.
Lesión:
vesículas transitorias en el pene o en la vagina que muchas veces pasan inadvertidos
por los que los pacientes no suelen consultar.
MANIFESTACIONES
CLÍNICAS: De dos a seis semanas después de las lesiones vesiculares se han
curado, linfadenopatía inguinal aparece que conduce a la formación de
"bubones" (ganglios linfáticos inflamados en especial en el área de la
ingle) que contienen el organismo. Los bubones son bilaterales en un tercio de
los pacientes y son muy dolorosas. En el 25% de los casos, el ligamento inguinal
escinde la hinchazón (conocido como "signo del surco"). Los bubones
contienen material purulento infectado. El gran peligro en el tratamiento es la
inducción de una fístulas que no curan, por lo que uno debe aspirar el líquido
del bubón en un punto de piel sana y repetir la operación cada 3 o 4 días. Se punza por la piel a través del tejido sano cada 3-4 días. Las
mujeres no tienen participación de los ganglios inguinales, porque la vagina
drena hacia los ganglios perirrectales. En su lugar puede verse proctitis y / o
fístulas rectales que también se ven en pacientes que practican sexo anal.
Fuente
Cornell University Medical College
5 comentarios:
Estimado Juan pedro
Aquí van algunas consideraciones de un médico aldeano que vio poradenitis inguinal subaguda – Linfogranuloma venéreo - en hospitales de campo y con relativa frecuencia en climas cálidos. Hoy por supuesto es válido observarlo en cualquier latitud y longitud geográficas.
1 – Representa una clamidiasis cuya transmisión por contacto sexual provoca – a diferencia del chancro sifilítico, el chancro blando y la donovaniosis – una leve erosión, superficial, apenas sensible, que por ser superficial desaparece casi sin percibirla y en breve lapso. De ahí su poco reconocimiento, cuando no confundida con una lesión única provocada por herpes simple. Sin embargo en la vesícula herpética difícilmente no exprese mucho más dolor, ardor o bien se acompañe de su coronita de aliadas hermanas. El signo pasa así desapercibido y ausente en no pocas anamnsesis.
2 – El otro polo se refiere a la participación ganglio-inguinal. Me permito aportar al signo Groove un signo ¨ criollo ¨que bien examinado es muy elocuente y permite sospechar la etiología – lejos de un centro de salud o de un laboratorio bacteriológico animarse a indicar simplemente doxiciclina durante tres semanas y – cuando se pueda certificar el diagnóstico tardíamente con la serología.Pero dónde radica, para mí ,la siginficancia semiológica:
a) Generalmente están comprometidos varios paquetes ganglionares, sea por encima o por debajo del ligamento inguinal.
b) Los ganglios afectados siempre presentan periadenitis. Al palpar la región inguinal se aprecia entonces un consistente mazacote debido al pegamento inflamatorio – expresión de la mencionada periadenitis – Lo que así es un ¨ chorizo ¨, leve o moderadamente sensible a la palpación y de color eritemato-violáceo. Este signo del chorizo – ¿qué hace Usted frente a la parrilla cuando los cuida mientras se están asando? Los pincha para que no revienten. Entonces sucede que en el bubón ¨ chorizo ¨ del linfogranuloma al poco tiempo de comprometidos los ganglios comienzan a necrosarse y a fistulizarse. Entonces pueden visualizarse varias bocas que dispuestas en casi el mismo plano del mazacote dejan fluir una secreción serosanguinolenta – pocas veces como pus trabado - .
Si el signo del surco de Groove se observa en cerca de la cuarta parte de casos de linfogranuloma venéreo, entonces dejémosle también un lugarcito al signo del ¨chorizo ¨criollo de nuestra modesta experiencia argentina.
A propósito de este signo, aprendido como tantas otras cosas lejos de los grandes centros de la medicina, en imperdibles charlas de fogón y bajo la fresca brisa de una clara luna norteña, he aprendido como médico de campo que no hay otra cosa posible para vencer el dolor humano que escucharlo bien y valorarlo mejor con esa insustituible artesanía que representa la semiología médica.
En las estrofas que me permito enviarle y escritas entre caminos y soledades, va el sentimiento de un médico rural.
Reciba un abrazo
Olindo Martino
Poncho blanco
(oda al médico rural)
Más allá de cualquier horizonte.
Más allá de cualquier obstáculo,
allí está su brazo y su andar seguro
surcando el suelo yermo y apartado.
Su vocación fraterna lo guía siempre
donde clama el umbroso padecer.
El silencio lo acompaña, la miseria lo fortalece
el dolor lo inspira.
Ese dolor que clama y tirita de tanto esperar.
Pocos le conocen, quizás no necesite apellido
¡Qué importa el nombre si es parte del follaje de tantos
montes olvidados, y su aliento suave aroma de un
verde amanecer
Eligió un largo y ríspido camino. Ese es su rumbo,
porque soledad y miseria, dolor y abandono, lo llevan
a cada instante donde aguarda su destino.
Enhiesto en ocultos rincones, yace el rancho silencioso
con un hombre sin nombre, que espera de su noble mano
apenas el ansiado alivio.
.
Calandrias y jilgueros trinan, día a día, la alegría de vivir
anunciando que un poncho blanco por la senda se avecina.
Con él aplacará el dolor, prevenirá el mal y cultivará
la esperanza.
CONTINÚA
Con su manto blanco ese simple aldeano educará para la
vida y confortará también para la digna muerte.
Nadie iguala su espontáneo abrazo
hacia el humilde y necesitado,
porque su piedad surge de la espesura
y de la límpida verdura de la bella creación.
En el albor de la mañana su figura va segura
por el angosto atajo.
Su blanco manto lo acompaña en la faena, lo distingue
en la virtud, lo acerca a la pureza…lo afianza en la fe
Simple es su palabra, fuerte la mano sanadora,
envidiable su destreza, inviolable el compromiso
y gigante su disposición.
No hay acecho que lo ataje
porque el blanco inmaculado de su poncho imaginario
lo ampara de la helada, de la arpía alimaña y la lluvia
torrencial.
Por el escarpado atajo transita su figura solitaria,
en busca del rancho escondido para aquietar el
lamento del dolor harapiento de un ser olvidado.
Allí donde la penumbrosa miseria, tan solo arpillera,
yace sucia en un rincón, se escucha la tos perruna
que aulla en la noche oscura y se pierde sin razón...
Porque es lamento de changuito, es generación doliente
que siempre silente clama apenas salvación.
Es todavía el mal de Chagas, la tisis torturante … la
malanutrición. Y la lepra deformante que no logra la
distancia acercarle solución.
CONTINÚA
Es que tal lejanía no solo es larga senda, ni picos de
montañas, que impidan caridad. Es la gran distancia,
esa gran hondura que separa a criaturas de un
sano bienestar.
Calandrias y jilgueros trinan, día a día, la alegría de vivir.
También son parte del andar seguro de ese poncho blanco
cuyo manto ya enlodado quiebra la maleza impura
para llegar a tiempo y llevar consuelo…aunque
tantas veces sólo y apenas eso.
Porque no existe duda que su presencia seguirá erguida
contra la vil conjura de la mano dura del impío y poderoso.
Ya amanece. El chirrido de un hornero anuncia el nuevo día,
Brilla el sol y el milagro se produce.
Es la luz que entra en el rancho campesino donde
un enlodado poncho con otro andrajoso allí se encuentran
para confundirse en el esperado abrazo de aliento y
optimismo.
Luz y certidumbre, fuertemente unidas, sanarán el cuerpo y
fortalecerán el alma.
Y así, como desde el ayer lejano, día a día su labor
alumbra la gran penumbra de una orbe indiferente.
Qué importa al fin si tamaño credo y envidiable esfuerzo
seguirán unidos a su grandioso espíritu, para mitigar
el lamento quedo que siempre esconde el dolor humano,
ese siempre ajado y tiznado lienzo.
.
Olindo Martino
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